de Genciencia de
Christopher Boone “Una mariposa bate sus alas en Pekín y en Nueva York hay una tormenta”, decía el matemático Ian Malcolm en una escena de Jurassic Park. Trataba de flirtear con la Dra. Sattler hablando sobre caos (quizás no sea el tema más adecuado), y sin querer estábamos aprendiendo uno de los conceptos básicos para entender este concepto: Las condiciones iniciales.
Situémonos en el presente: Eurocopa 2008. Cada día se retransmiten partidos, y quieran o no verse, el fútbol contagia a todos. Y entre ellos, a mi hermano Carlos, de 9 años, protagonista de esta historia.
Resulta que viendo uno de los partidos, un chut por parte de un jugador pasó rozando el palo, saliendo fuera de la portería por muy poco. Al final, su equipo perdió 3-2, con lo que fue eliminado.
Habiendo acabado el partido, Carlos hizo el siguiente comentario: “Si la pelota hubiera ido sólo un poquito más a la derecha en el chut, habrían acabado empatando a 3”.
Nosotros, que somos adultos, sabemos que esto no es así de fácil. Pero aún así mucha gente comenta cosas del estilo “si Ronaldinho hubiera marcado aquel gol, el partido hubiera ido de otra forma”, o “si Casillas no hubiera parado esos balones, el Madrid hubiera acabado perdiendo el partido”.
No caigamos en el mismo error que Carlos. El caos forma parte de nuestro mundo, y el fútbol no se escapa de él.
Volvamos al momento del chut.
Pongamos que la secuencia temporal fue la siguiente: Empate a 2, se realiza el chut, el balón sale fuera. Jugada siguiente, saca rápidamente el portero del equipo rojo desde la portería, la recibe el delantero rojo, dribla al defensa azul (que venía corriendo desde el campo contrario), y marca. 3-2.
Volvamos una última vez al chut. Pero esta vez, cambiemos las condiciones iniciales.
Empate a 2, chutan los azules, el balón se mueve un poco a la derecha, y entra. 2-3. El balón ya no sale desde la portería, sino que empieza a jugarse desde el centro del campo. Al volver andando en lugar de corriendo, el defensa azul ha visto a su exnovia en las gradas, con su nuevo novio. Como lo suyo es reciente, coge un gran cabreo, y en la siguiente jugada, entra con fuerza a un jugador rojo. Expulsado.
Con un jugador menos, no son capaces de contener al equipo rojo, y acaban encajando cuatro goles más. 6-3.
¿Qué hemos podido ver? Sin marcar, los azules sólo han perdido de uno. Marcando, han perdido de 3. Y todo ha sido por un pequeño cambio en las condiciones iniciales: un soplo de aire que mueva o no la pelota un poco a la derecha.
El marcar el gol ha sido el aleteo de la mariposa en Pekín (aquí está la condición: si la mariposa bate o no sus alas).
Que el defensa rojo haya visto a su exnovia con otro, una brisa provocada por el aleteo.
El cabreo consecuente, una corriente de aire provocada por la brisa.
La entrada dura, un fuerte viento provocado a partir de la corriente de aire.
Los tres goles encajados, la tormenta en Nueva York.
Y a taparse, que nos mojamos.
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