El agua es el elemento de la vida: sin lluvia no hay tierra fértil; sin agua, ninguna posibilidad de sobrevivir. No es extraño que los seres humanos hayan profesado siempre un profundo respeto y una gran devoción por el agua en todas sus manifestaciones. Una sustancia que conserva la vida, que incluso la genera, tiene que encerrar un misterioso poder curativo. Por ello, antiguamente se creía que el agua puede absorber males y llevárselos: en esta idea reside el origen de las fuentes salubres.
Del mismo modo que la suciedad exterior se lava con agua, esta también puede servir, en virtud de sus misteriosas fuerzas intrínsecas, para la purificación ceremonial. El santuario termal más antiguo que se conoce se descubrió cerca de Jericó en Palestina y se remonta al período que media entre 8000 y 5000 a. de C.
HÁBITAT DE LOS DIOSES
Impresionaba especialmente la vivacidad del agua: continuamente cambia de apariencia, y se decía que estaba habitada por dioses y demonios. Poderosos dioses gobernaban el mar, y los lagos y ríos tenían sus propios dioses. Según el historiador griego Herodoto (alrededor de 485-425 a.de C.), en Egipto nadie, salvo el sacerdote, podía tocar el cadáver de un ahogado.
A este le regalaban un espléndido funeral, pues el ahogado representaba la deidad de la fertilidad que se alberga en el agua. Sobre el lago termal bíblico de Betesda, en cuya orilla esperaban los enfermos para curarse, descendió un ángel para mover las aguas. El primero en meterse en el lago después de la visita del mensajero del cielo sanó de su enfermedad.
HISTORIAS MÍTICAS
Los celtas estaban convencidos de que el mundo terrenal se abre al mundo de los dioses en determinados lugares simbólicos o reales. En opinión de César (100-44 a. de C.), este locus consecratus (lugar consagrado) se hallaba en tierras celtas, donde los druidas celebraban sus ritos y cultos en medio del bosque.
Estos lugares se llamaban nemeton, concepto que se deriva de la palabra celta equivalente a "sagrado". Podía ser el claro de un bosque, la punta de un montículo o un manantial. Los santuarios termales de los celtas fueron heredados por los romanos, que de por sí ya adoraban las fuentes. En la fuente del Sena, donde había un santuario tribal de los celtas, los romanos construyeron, alrededor del año 50, un templo. El dios celta de la salud, Grannus, que era venerado en estos lugares, se mezcló con el dios romano Apolo, y pasó a llamarse desde entonces Apolo Grannus.
Las fuentes son misteriosas porque reflejan la cara, los pozos conducen al mundo de abajo, sus aguas nos vivifican y nos refrescan. El agua puede desaparecer en la arena, y si hay demasiada, puede desbordarse. A causa de esta versatilidad se atribuían al agua de fuente aptitudes proféticas.
De acuerdo con antiguas historias, si se bebía agua de una determinada fuente en el momento oportuno se podía alcanzar la sabiduría. Incluso en torno al origen de las fuentes existen numerosas leyendas: muchas veces era un rayo del cielo o la lanza de un héroe lo que las hacían brotar.
EL POZO SACRIFICIAL DE LOS MAYAS
Tanto en Chichén Itzá como en otros lugares de la península de Yucatán existen, apartados de los centros ceremoniales propiamente dichos, pozos naturales, pero el pozo de sacrificio (cenote) de Chichén Itzá tiene algunas peculiaridades.
En el fondo de este cenote se han hallado huesos humanos y alhajas. Una calle sagrada (sacbé) llevaba de la pirámide de Kukulkan directamente al pozo. En una procesión ceremonial, los sacerdotes acompañaban a las víctimas al lugar del sacrificio. Otros cenotes que había en el recinto de Chichén Itzá se utilizaban de reserva de agua potable. Según una teoría, empujaban a mujeres vírgenes desde una plataforma del borde superior del cenote al interior de las aguas.
Puesto que los mayas obtenían sus reservas de agua de lluvia, se supone que las jóvenes doncellas eran sacrificadas al dios de la lluvia, Chac.
LOS ÁRBOLES TRAPEROS
Junto a las fuentes sagradas encontramos a menudo los llamados árboles traperos, que se asocian a una antigua superstición: sujetando un trozo de tela a uno de esos árboles se podía transmitir la enfermedad al árbol.
El paño sirve de vehículo. La enfermedad se curaba entonces con ayuda del agua de la fuente.
Los trapos son ofrendas votivas o de agradecimiento por la curación. Es famoso el árbol que hay cerca de la iglesia de Ayia Salomoni en Pafos, Chipre. A gran profundidad se halla la fuente santa, de la que se dice que cura las enfermedades oculares.
CLOUTIE WELL
En la laguna de Culloden, en Escocia, hay un manantial que se llama tobar ghorm (fuente azul) o tobar n'oige (fuente de la juventud). Es más conocida por el nombre de Cloutie Well (fuente de los trapos), pues es costumbre en el lugar colgar trozos de tela de los árboles que hay junto al manantial para simbolizar un deseo.
Los peticionarios llegan el primer domingo de mayo, antes de que salga el sol, dan tres vueltas alrededor de la fuente en el sentido de las agujas del reloj, beben de ella y finalmente cuelgan un retal de uno de los árboles.
BAUTISMO RITUAL
Herodoto señala que para los persas todo lo líquido era sagrado.
En Mesopotamia, la secta de los mandeos organizaba baños bautismales rituales en el río Éufrates.
Esta costumbre fue retomada por sectas judías en Palestina.
En Qumran había cisternas construidas especialmente para este fin.
En los rollos de papiros hallados en las cuevas de la zona se describen determinadas normas rituales para esta ceremonia. En los alrededores del poblado de Qumran predicaba, a orillas del Jordán, el profeta apocalíptico Juan Bautista. Dicen que allí bautizó también a Jesús.
Los cristianos reinterpretaron posteriormente la purificación espiritual con agua, considerándola una depuración de los pecados.