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30/10/09

s2t2 -El arca de Noe de las plantas: la bóveda del fin del mundo.


El arca de Noe de las plantas: la bóveda del fin del mundo.

El archipiélago noruego de Svalbard, conocido por muchos como “la Perla del Ártico”, es un lugar remoto y extraño situado entre los 74º y los 80º Norte. Longyearbyen, su capital, es el sitio habitado más próximo al Polo Norte geográfico.
En este archipiélago se ubica también una construcción que nos remite a las películas de ciencia ficción sobre el fin del mundo. Estoy hablando de la Bóveda Global de Semillas de Svalbard (en inglés, Svalbard Global Seed Vault y en noruego, Svalbard globale frøkvelv), que ya ha sido apodado como la “bóveda del fin del mundo”.
Un silo que se construyó a 130 metros de profundidad en una montaña de piedra arenisca en la isla de Spitsbergen, cerca de Longyearbyen, a 1.000 kilómetros de Noruega y a otros 1.000 del Polo Norte. Las obras se iniciaron en marzo de 2007 y el silo se inauguró oficialmente el 26 de febrero de 2008.

La Bóveda Global de Semillas sería al mundo de la agricultura lo que el arca de Noé fue al mundo de los animales, pues se ha constituido como el almacén de semillas más grande del mundo, diseñado para proteger la biodiversidad de las especies de cultivos que nos sirven como alimento.
Desde su inauguración, ya guarda en su interior 100 millones de semillas procedentes de un centenar de países. Pero los tres almacenes en los que está dividido el silo tienen la capacidad de atesorar hasta 2.000 millones de semillas.
En caso de cataclismo medioambiental o de extinción, estas semillas garantizarán la recuperación de los cultivos de las especies de las que depende la alimentación de la humanidad. No es algo tan remoto: el 90 % de los alimentos que consumimos en la actualidad provienen de sólo 150 plantas distintas, frente a las más de 7.000 que procedían en el siglo pasado.
Para la conservación de este preciado tesoro se han tomado unas medidas de protección, vigilancia y almacenaje que recuerdan bastante a las de un banco suizo.
En primer lugar se ha estudiado su particular enclave. Por su disposición geográfica y geológica, en caso de que ocurriera un fallo eléctrico en los sistemas de refrigeración que mantienen las muestras a 18 grados bajo cero, no habría lugar para la alarma. El permafrost son las capas de hielo permanentemente congelados, un perfecto refrigerante natural que rodea la estructura y que continuaría manteniendo las muestras a menos 6 grados centígrados.
Además, la bóveda es impermeable a la actividad volcánica, los terremotos, los tsunamis, la radiación, las consecuencias del cambio climático o las invasiones víricas.
No hay que olvidar que la mayoría de calorías que ingiere la población mundial proceden de sólo 30 cultivos, así que quizá dentro de poco sea este búnker de ciencia ficción escondido en las gélidas entrañas de una montaña polar la única salvaguarda para el futuro de la humanidad. Sin contar los incontables beneficios que la diversidad de plantas puede reportar a nivel medicinal en el ser humano, como indica el divulgador científico Eduardo Punset en su ensayo Por qué somos cómo somos:
Sólo en China existen más de 30.000 especies de plantas. Estamos hablando de otra de las grandes maravillas de este planeta: las plantas medicinales, algo más antiguo que el hombre. Una de las razones por las que merece la pena conservar la diversidad, por lo que cada vez que se quema un área de la Amazonia (y han ardido zonas con extensiones comparables a Bélgica) debemos ser conscientes de que hemos perdido miles de plantas cuyos principios activos no conoceremos nunca. Y esto es algo irreparable. ¿Quién se preocupa de que esto no suceda? ¿Lo hacen las grandes empresas farmacéuticas?
Jorge Wagensberg ha investigado en Amazonia y ha constatado que “algunas tribus llevaban unos 7.000 años investigando con plantas empleando el método ensayo-error. Los indios de la Amazonia son grandes investigadores, van por la selva y cuando ven una planta que no conocen —lo que ocurre a menudo porque la diversidad es muy grande— la mordisquean y empiezan a investigar para qué puede servir. Recuerdo que tenían analgésicos, incluso plantas que nosotros llamaríamos drogas. Algunas muy divertidas, como, por ejemplo, para dormir, el equivalente a una pastilla para dormir. Otras, para una vez te has dormido, soñar, incluso para tener dulces sueños. Y también para despertarse, para facilitar el diálogo y contarse los sueños”.
Vía | Por qué somos como somos de Eduardo Punset
Sitio Oficial | Svalbard Global Seed Vault
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29/10/09

y2a -Las matemáticas dejan en ridículo el código secreto de la Biblia.


Las matemáticas dejan en ridículo el código secreto de la Biblia (I)

El supuesto código de letras que esconde la Biblia ha generado incontables libros de análisis conspiranoico y los fenicios frotamientos de manos de muchas editoriales sin escrúpulos. El código secreto de la Biblia, de Michael Drosnin, es un ejemplo manifiesto de ello: incluso se atrevía a afirmar que la Biblia contenía profecías de hechos contemporáneos.
Las matemáticas, sin embargo, con una lánguida elegancia, desmontan el mito en pocos segundos.
El último intento de encontrarle un significado profundo a la Biblia tuvo lugar a raíz de la publicación de un artículo en una revista de estadística que sugería que la Torá, los 5 primeros libros de la Biblia, contenía secuencias de letras equidistantes que profetizaban relaciones significativas entre personas, eventos y fechas.
El matemático John Allen Paulos explica así esta supuesta conexión estadística:

Una secuencia de letras equidistantes es un conjunto ordenado de letras, en este caso hebreas, cada una de las cuales (salvo la primera) sigue a su precedente por un número fijo de otras letras. (No se cuentan los espacios entre palabras.) Un ejemplo simple es la palabra “nazi” (geNerAliZacIón), si se toma un intervalo entre letras de longitud 2. Habitualmente, los intervalos entre letras son mucho más largos: 23, 47, 69 o 92 letras, e incluso más. Los autores del artículo citado habían identificado en el texto de la Torá secuencias de letras equidistantes correspondientes a los nombres (o algunas variantes) de rabinos famosos que vivieron en siglos posteriores a los tiempos bíblicos, junto con secuencias a menudo contiguas correspondientes a sus fechas de nacimiento u otros eventos relacionados, la probabilidad de lo cual era minúscula.
El análisis matemático, sin embargo revela que estos hallazgos numerológicos parecen haber sido formulados por Rappel o Aramís Fuster: son superfluas y predicen poco, incluso menos de lo normal.
Vayamos a las probabilidades matemáticas de encontrar 4 letras concretas en posiciones equidistantes dentro de cualquier texto, incluida la Biblia. Todo lo que se requiere es multiplicar las probabilidades de aparición de cada una de las 4 letras en la secuencia.
Allen Paulos lo calcula así:
Por ejemplo, si la lengua es el inglés, entonces, en cualquier posición dada, las probabilidades respectivas de las letras l, i, f y e son 0,039, 0,068, 0,022 y 0,124, así que la probabilidad de la sencuencia “life” en cuatro posiciones dadas es simplemente 0,039 × 0,068 × 0,022 × 0,124, lo que da aproximadamente 0,0000072. El producto de estos cuatro números (llamémoslo P) es una probabilidad muy pequeña. Las secuencias de letras equidistantes más largas serían aún más improbables.
Estas cifras hacen pensar a cualquiera que la probabilidad de encontrar la palabra “life” en un texto es remota. Sin embargo, el proceso empleado para descubrir la secuencia “life” en un texto incluye un matiz que se ha pasado por alto. En nuestro cálculo de probabilidades presuponemos que la secuencia de letras y las posiciones estaban especificadas DEANTEMANO, y que el texto se seleccionó y observó DESPUÉS.
Cuando desarrollemos ese matiz, os daréis cuenta de que las probabilidades no son tan altas.



Si nos despojamos de cualquier creencia y analizamos objetivamente el problema, hemos de convenir que la búsqueda de la secuencia vino primero, así que las probabilidades no son tan bajas. La localización de letras equidistantes no deben aparecer necesariamente en una localización particular del texto. Estamos dispuestos a que “life” aparezca en cualquier parte del texto, desde el principio al final.
Es decir, se buscan todas las posiciones a partir de las cuales puede identificarse una secuencia de letras equidistante (siendo X el número de posiciones de letras dentro del texto). Entonces la probabilidad de hallar la secuencia “life” viene a ser: P x X.
A continuación supongamos que no nos limitamos a un intervalo fijo de, pongamos, 76 posiciones entre las letras “life”, sino que buscamos la secuencia de letras equidistantes para cualquier intervalo posible entre, digamos, 1 y 1000 letras. Con este procedimiento las cifras vuelven a cambiar. La probabilidad de que observemos la secuencia viene a ser P x X x 1000, un número que ya no es tan pequeño. Podemos incrementar aún más la probabilidad de encontrar la secuencia ampliando el número de maneras en que podría darse. Podemos buscarla de derecha a izquierda, o en diagonal o, como en el caso de los criptogramas bíblicos, permitir distintas secuencias de letras equidistantes para los dos términos relacionados, que estén cercanos pero separados en el texto, o buscar caracterizaciones o nombres alternativos, o relajar las restricciones de muchas otras maneras.

Finalmente, el observador sólo se fijará en las secuencias que le interesan y pasará por alto las que no.
En resumidas cuentas, lo importante no es la probabilidad de que aparezca una secuencia particular en un texto sino la probabilidad de que ALGUNA secuencia de significado vagamente similar aparezca DE ALGÚN MODO y EN ALGUNA PARTE del texto.
Bajo esta reglas tan laxas, es fácil, por ejemplo, encontrar secuencias interesantes en la traducción inglesa de Guerra y Paz: “Jordan”, “Chicago” y “Bulls”. Es decir, que Tolstoi estaba profundamente interesado en el futuro del baloncesto.
El artículo estadístico antes citado también puede ilustrar otro defecto más sutil que tiene que ver con sesgos no intencionados en la elección de las secuencias buscadas, procedimientos definidos vagamente, la variedad y las contingencias de la ortografía del hebreo antiguo y las diversas versiones de la Torá, o incluso el teorema de Ramsey, un profundo resultado matemático sobre la inevitabilidad del orden en cualquier secuencia de símbolos lo bastante larga.
Vía | Elogio de la irreligión de John Allen Paulos

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27/10/09

s2t2 -¿Fue Darwin un fanático de la ciencia?


¿Fue Darwin un fanático de la ciencia?

Según algunos científicos, hemos sido demasiado tolerantes con las creencias religiosas. Deberíamos haber elevado el tono de nuestras protestas ante los desmanes derivados de la fe mal entendida.
Sin salirse del bando agnóstico caben otras posturas, si se quiere, menos militantes y no menos eficaces. Paradójicamente, ésa era la concepción del propio Darwin, expuesta en una de sus cartas que descubrí en Londres hace apenas unos días. Es asombrosa esa mezcla de defensa radical de la libertad de pensamiento y tolerancia. Dice Charles Darwin en su carta:
«Aunque soy un fuerte defensor de la libertad de pensamiento en todos los ámbitos, soy de la opinión, sin embargo –equivocadamente o no–, que los argumentos esgrimidos directamente contra el cristianismo y la existencia de Dios apenas tienen impacto en la gente; es mejor promover la libertad de pensamiento mediante la iluminación paulatina de la mentalidad popular que se desprende de los adelantos científicos. Es por ello que siempre me he fijado como objetivo evitar escribir sobre la religión limitándome a la ciencia».

Es fascinante constatar hasta qué punto Darwin tuvo
 excelso cuidado en mantener el rigor de sus planteamientos científicos sin herir a los que no los compartían. En este sentido –y a nivel anecdótico–, no me digan que no era enternecedora la actitud de Emma, la esposa de Darwin, profundamente religiosa, cuando repetía a sus amigos que el mayor de sus pesares era «saber que Charles no podría acompañarla en la otra vida» por culpa de su agnosticismo. Lo que la apesadumbraba a ella era que el Dios todopoderoso no quisiera conciliar el buen carácter con el agnosticismo de su marido. Y lo que a él lo apenaba, con toda probabilidad, era que muchos confundieran la libertad de pensamiento que él predicaba recurriendo a la ciencia con ataques gratuitos a los que no compartían esa convicción.

Emma y DarwinEmma y Darwin http://darwin-online.org.uk/
No cabe duda de que la relación entre la gente que profesa una religión y los agnósticos está cambiando. ¿En qué sentido? En primer lugar, la irrupción de la ciencia en la cultura popular permite descartar convicciones que parecían antes intocables: hasta Darwin, gran parte de la comunidad científica, y desde luego toda la religiosa, estaba convencida de que la vida del universo había empezado hacía cinco mil años, en lugar de los trece mil millones que, ahora se sabe, transcurrieron desde la explosión del big bang hasta nuestros días; dando amplio tiempo con ello para que la selección natural fuera modulando la evolución de las distintas especies.
En segundo lugar, los continuados agravios e injusticias que siguen sufriendo –a raíz del machismo y maltrato de género, en particular– los colectivos partidarios de impulsar la modernidad en sus propias culturas suscitan solidaridades mucho más profundas y extensas que en el pasado. Yo he visto con mis propios ojos en plena Quinta Avenida de Nueva York, pocos días después del ataque terrorista a las Torres, una pancarta que rezaba «In God we trust» («En Dios confiamos»), mientras en la acera opuesta alguien, enardecido, le gritaba al portaestandarte: «Falk’ you!» («¡Que te den!»).
No es difícil predecir que pronto volveremos a estar inmersos en un debate en torno a la religión, no necesariamente más virulento que antes, pero sí más extendido socialmente y algo más fundamentado. A la ciencia y a los científicos les va a resultar más difícil que en tiempos de Darwin mantener silencio en ese debate, entre otras mil cosas, porque ahora faltan sólo ‘cuatro días’ para que se pueda fabricar vida sintética –bacterias, concretamente– en el laboratorio. La ciencia, en eso Darwin tenía razón, es el mejor estímulo para la libertad de pensamiento. Siempre y cuando sepamos conciliar como él los planteamientos rigurosos con modales atinados.
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22/10/09

y2a -Tecnología para que controles tu mente: Christopher deCharms en TED 2008

Christopher deCharms es un investigador en neurociencia, escritor, empresario y fundador de Omneuron, una empresa enfocada al desarrollo de nuevas tecnologías de obtención de imágenes mediante resonancia magnética.

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17/10/09

Que funcionó mal en el LHC: Brian Cox en TED 2009

En septiembre del año pasado, se anunció que había ocurrido un accidente en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, sus siglas en inglés), y que los experimentos se tendrían que posponer.

En esta charla, Brian Cox, físico de partículas que trabaja en el LHC, nos explica que fue lo que ocurrió en ese entonces.

Para saber más, el mismo Brian Cox explicó en TED 2008 el funcionamiento y propósito de esta gigantesca máquina, pueden verlo subtitulado en español en este enlace:

http://www.youtube.com/watch?v=imBJ5V...

Pueden descargar el video en este enlace:
http://tinyurl.com/pvkkr5

Nota. Brian Cox dio esta charla en febrero de 2009. Las últimas novedades que se tienen son que en estos días (principios de mayo de 2009) se están terminando de colocar los magnetos reparados, y si todo va bien, empezará a recibir energía en julio y probablemente a finales de septiembre del 2009 circulará el primer haz de partículas en su interior.





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