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29/8/07

Nada está zanjado aún, Al Gore

Nada está zanjado aún, Al Gore

Por Jeff Jacoby

Al Gore, apóstol del calentamiento global
Al presentar el reportaje de portada del número de Newsweek del 13 de agosto sobre el "revisionismo" del calentamiento global, el editor Jon Meacham sacó a la palestra un vergonzoso error del pasado de su revista: un artículo de abril de 1975 acerca del enfriamiento global y la inminente edad de hielo que los científicos predecían entonces que se nos venía encima.
El ataque contra el escepticismo científico
Meacham reconoce que "aquellos que dudan de que los gases de efecto invernadero estén causando un cambio climático significativo vienen señalando el reportaje de Newsweek de 1975 como ejemplo de lo muy equivocados que puede llegar a estar periodistas y científicos". Pero en lugar de reconocer que los escépticos pueden tener razón, Meacham desprecia esa posibilidad: "Nunca ha habido en lo que se refiere al enfriamiento global nada que se aproxime ni remotamente al actual consenso científico de que el mundo se está calentando a causa de las emisiones de gases de efecto invernadero."
¿Ah, sí? Newsweek tenía un discurso diferente en 1975. Entonces, la revista informaba de que los científicos eran "casi unánimes" en la creencia de que el inminente Fin del Universo implicaría una reducción en la producción alimentaria, advirtiendo algunos de ellos que "las hambrunas resultantes serán catastróficas". Además, "las pruebas en apoyo a estas predicciones" –que incluían desde temporadas de siembra más cortas hasta incrementos en el grosor de la nieve en Estados Unidos pasando por episodios de tornados que rompían records– habían "comenzado a acumularse de manera tan masiva que los meteorólogos tiene problemas para mantenerse al tanto de todas ellas".
Pero Meacham, sin citar nada de esto, simplemente desprecia aquel reportaje de 1975 como "alarmista" y "desacreditado". Hoy día, asegura a sus lectores, las ansiedades de Newsweek en materia de cambio climático descansan "en los cimientos científicos más sólidos".
¿Sí? ¿Entonces por qué es tan estridente y censurador el tono del reportaje de portada de Sharon Begley, consistente en nueve páginas en las que cualquiera que sea escéptico a la afirmación de que la actividad humana esté provocando el calentamiento global es retratado como un lacayo comprado y pagado por las industrias del carbón y el petróleo? ¿Por qué a aquellos que señalan la debilidad de los modelos del calentamiento global son etiquetados como "negacionistas" o agentes de la "maquinaria negacionista" o engañosos practicantes del "negacionismo"? ¿No sería más eficaz responder a los que dudan, algunos de los cuales son científicos del clima con una gran reputación en su propio campo, con datos y argumentos científicos en lugar de insinuaciones sarcásticas de engaño y venalidades? ¿Creen realmente Newsweek y Begley que todo el mundo que disiente del apocalíptico vaticinio del calentamiento global lo hace de mala fe?
Calentamiento globalEl calentamiento global de origen antropogénico es una hipótesis científica, no un dogma religioso o ideológico. El escepticismo y la duda son algo completamente apropiado en el reino de la ciencia, en el cual la verdad se determina por las pruebas, la experimentación y la observación, no mediante el consenso o la revelación divina. Aún así, en lo que respecta a la teoría oficial del calentamiento global, la disidencia es tratada como una herejía, como una creencia perniciosa cuyos partidarios deben ser avergonzados, rechazados o silenciados.
Newsweek no es ni mucho menos el único culpable. En el concierto de Live Earth en New Jersey el mes pasado, Robert F. Kennedy Jr. denunció a los escépticos del cambio climático como "bufones corporativos" de los "villanos" enemigos de Estados Unidos y la raza humana. "Esto es traición", gritaba, "y necesitamos comenzar a tratarlos ya como traidores".
Algunos ecologistas y columnistas han sugerido que el "negacionismo" del calentamiento global sea considerado como una violación de la ley, del mismo modo en que lo es en algunos países la negación del Holocausto. Otros han propuesto que los disidentes del cambio climático sean procesados en juicios de estilo Nüremberg. Heidi Cullen, del Weather Channel, ha sugerido que los meteorólogos sean privados de su certificado profesional de la American Meteorological Society si se atreven a cuestionar las predicciones catastrofistas del calentamiento global.
Hace unas semanas, Marlo Lewis, del Competitive Enterprise Institute, publicó un artículo oponiéndose a los límites por ley a las emisiones de dióxido de carbono, argumentando que el Congreso no debía imponer límites hasta que exista tecnología para producir energía que no dependa del dióxido de carbono. En respuesta al razonable artículo de Lewis, el presidente del Consejo Americano de Energías Renovables, Michael Eckhart, le envió una amenaza por correo electrónico:
Acepta esta advertencia, Marlo. Es mi intención acabar con tu carrera de embustero. Si escribes una sola columna más contra el cambio climático, iniciaré una campaña contra tu integridad profesional. Te llamaré mentiroso y charlatán en la comunidad de Harvard de la que somos miembros. Te acusaré de haberte vendido a las grandes multinacionales. Venga, tío. Dame una excusa.
Este es un fanatismo e intolerancia propios de un auto de fe. El último lugar al que pertenece es el debate sobre políticas públicas. El interesante y complejo fenómeno del cambio climático está aún siendo desentrañado y, por más que aquellos decididos a convertirlo en una cruzada del bien contra el mal insistan en lo contrario, el asunto del calentamiento global no es un libro cerrado. Difamar como traidores, lacayos o enemigos de la humanidad a aquellos que rompen el "consenso científico" puede ser emocionalmente satisfactorio y hasta profesionalmente lucrativo. También es un acoso indefendible. Que los matones estén seguros de hacer lo correcto seguro no es un argumento para su defensa.
Como el juez del Tribunal Supremo Louis Brandeis escribió hace tiempo, "los mayores peligros para la libertad se esconden en la usurpación insidiosa que de ella hacen hombres entusiastas y bienintencionados, pero sin entendimiento".
El debate científico está bien lejos de terminar
Muchos disputan que el nivel del mar se vaya a incrementar de forma catastróficaSi hay algo en lo que los cruzados del cambio climático son inflexibles es en que el debate científico está zanjado. Que los gases de efecto invernadero emitidos con la actividad humana están provocando que el planeta se caliente peligrosamente es un hecho establecido, aseguran; sólo un charlatán podría afirmar lo contrario. En palabras de Al Gore, el principal apóstol del calentamiento global de Estados Unidos: "No hay debate. Hacemos frente a una emergencia planetaria. (...) Entre personas serias que han examinado las pruebas ya no hay más debate científico."
Pero al igual que sucede con otras muchas afirmaciones que ha hecho Gore a lo largo de los años ("Yo tomé la iniciativa de crear Internet"), esta no encaja en absoluto con la realidad.
No son difíciles de encontrar ni científicos ni otras "personas serias" que cuestionan la narrativa apocalíptica del calentamiento global. El año pasado, 60 de ellos enviaron una carta al primer ministro de Canadá, Stephen Harper, instándole a tomar "una valoración apropiada de los recientes avances en las ciencias del clima" y cuestionando el argumento de que "se avecina una catástrofe climática y la humanidad es la causa". La carta alertaba de que "las pruebas observadas no apoyan los modelos climáticos de hoy en día" y advertía de que dado que el estudio del cambio climático es relativamente nuevo, "podrían pasar muchos años aún antes de que comprendamos adecuadamente el sistema climático de la Tierra".
Entre los firmantes de esa carta a Harper estaban Fred Singer, el ex director del Servicio Norteamericano de Satélites del Clima; Ian Clark, especialista en hidrogeología y paleoclimatología de la Universidad de Ottawa; Hendrik Tennekes, ex director de investigación del Real Instituto Metereológico de los Países Bajos; el físico Freeman Dyson, del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, y Roy Spencer, de la Universidad de Alabama, antes director científico de estudios del clima del Centro Espacial Marshall de la NASA en Huntsville, Alabama; además de otros 55 especialistas en ciencias del clima y disciplinas afines.
¿Ha terminado el debate científico?
El director de la NASA, Michael Griffin, declaró en mayo a la National Public Radio que aunque es cierto que existe una tendencia general de calentamiento global, eso no la convierte en "un problema que tengamos que combatir". Asegurar que cualquier cambio del clima ha de ser malo es asumir que "el clima de la Tierra hoy es óptimo, el mejor que podríamos tener". La temperatura del planeta lleva milenios fluctuando, añadió. "Yo no creo que esté en la mano de los seres humanos garantizar que el clima no cambie".
El sol puede ser para muchos la principal causa del cambio climáticoEn el 2003, los científicos medioambientales Dennis Bray y John von Storch encuestaron a 530 de sus colegas en 27 países sobre temas relacionados con el calentamiento global. Una pregunta planteada: "¿En qué medida está usted de acuerdo o en desacuerdo con que el cambio climático es sobre todo resultado de causas antropogénicas?" En una escala de 1 (completamente de acuerdo) a 7 (completamente en desacuerdo), la nota media era de 3,62, lo que refleja que no hay un consenso claro.
Preguntados sobre si súbitos cambios climáticos provocarían la devastación de algunas zonas del mundo, el porcentaje de científicos completamente de acuerdo (9,1) era casi idéntico al porcentaje en total desacuerdo (9,0). Otra pregunta planteada fue: ¿En qué medida podría ser "beneficioso" el calentamiento global para algunas sociedades? Un sorprendente 34% de los científicos respondía 1 ó 2 (un enorme grado de beneficio); sólo el 8,3% respondía 6 ó 7 (muy poco/ ningún beneficio).
Evidentemente, el debate científico no está zanjado. Está constantemente en marcha.
Tome el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Al contrario que el anterior, del 2001, que preveía un probable ascenso en los niveles del mar a lo largo del próximo siglo de alrededor de 90 centímetros, el nuevo reduce esa cifra a la mitad, hasta aproximadamente 43 centímetros. ¿Por qué la revisión? "Principalmente es debido a que disponemos de mejor información", se indica en la letra pequeña. Luego continúa indicando que hasta esta estimación más reciente implica ciertas conjeturas: "La comprensión de estos efectos es demasiado limitada como para determinar su probabilidad". La ciencia está mejorando, pero está lejos de estar zanjada.
O tome el reciente descubrimiento de que fue 1934, y no 1998, el año más cálido en Estados Unidos desde que comenzasen a registrarse las temperaturas en 1880. El Instituto Goddard de Ciencias del Espacio de la NASA alteró discretamente sus listas después de que un estadístico canadiense descubriera un error en los cálculos oficiales. Según los datos nuevos, cinco de los diez años más cálidos registrados en los Estados Unidos tuvieron lugar antes de 1940; apenas tres pertenecían a la última década.
Los climatólogos están intentando aún que los fundamentos de su ciencia sean correctos. El número del 10 de agosto de la revista Science observa que muchos investigadores apenas están comenzando a incorporar las variaciones climáticas naturales del planeta –léase no antropogénicas– a sus cálculos. "Hasta la fecha", informa Science, "aquellos de entre quienes pronostican el clima que temen lo que los gases de efecto invernadero pudieran estar haciéndole han ignorado lo que sucede de manera natural. (...) En este número, los investigadores hacen su primer intento de pronosticar el clima de dentro de una década con las condiciones actuales en mente."
"Su primer intento", no el último. La ciencia que estudia los cambios del clima es aún joven y está sin zanjar. Aún quedan años de ensayo y error. Pese a lo que pueda decir Al Gore, el debate está lejos de terminar.
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23/8/07

Una verdad incómoda




Calentamiento global
Una verdad incómoda
Mark Steyn
   El otro día sucedió una cosa extraña. Al acudir a la página web de la NASA y mirar los ranking de "Temperatura del aire en la superficie en los Estados Unidos" se podía notar que había cambiado algo.
 

También es posible que no. No están publicando notas de prensa sobre ello. Pero discretamente han revisado su lista de éxitos de las temperaturas en Estados Unidos. El "año más caluroso que consta" ya no es 1998, sino 1934. Otro año supuestamente sofocante, 2001, ahora se ha caído del Top Ten, y la mayor parte del resto del siglo XXI –los años 2000, 2002, 2003 y 2004– se han colocado por debajo incluso de los 100 más calurosos. De hecho, todos los años tan calientes de los 90 y los dosmiles han visto reducidas sus temperaturas.

Cuatro de los años más calurosos del Top Ten de Estados Unidos resultan ser de los años 30, la década en la que todos conducíamos en enormes todoterreno con el aire acondicionado puesto a toda pastilla. Si el cambio climático es, como dice Al Gore, el asunto más importante que cualquiera haya afrontado nunca en la historia de todo lo que ha existido, resulta que Franklin Roosevelt nunca dijo ni una sola palabra sobre ello. Y aún así sobrevivimos.

¿Y por qué 1998 ya no es el bate records de Estados Unidos? Porque un tipo muy diligente llamado Steve McIntyre, de climateaudit.org, trabajó duramente para demostrar que había un error de computación en el tratamiento de los datos estadísticos en bruto de la NASA. A continuación dio parte a los científicos responsables y recibió un reconocimiento de que el error era "un descuido" que sería subsanado en el próximo "refresco de datos". La respuesta fue casi tan fría como la tabla de listas revisada.

¿Quién es este hombre que comprende los datos climáticos norteamericanos mucho mejor que la NASA? Bien, ni siquiera es norteamericano: es canadiense. ¿Es quizá otro inmigrante que hace los trabajos que los norteamericanos no hacen, aunque sean empleados públicos federales con presupuestos ilimitados? No. McIntyre reside en Toronto. Pero los datos le olieron mal, encontró el error y la NASA ahora ha corregido sus descubrimientos, aunque sin la fanfarria que acompañó a la histeria del "año más cálido del que se tiene constancia" hace ahora casi una década. La luz del sol podrá ser el más eficaz de los desinfectantes, pero, en lo que respecta al calentamiento global, los expertos prefieren mantener el termómetro allí donde el sol no alumbra.

Uno se ve tentado a explicar el error con el antiguo grito de guerra del programador informático: no es un fallo, es una característica del programa. Para sostener la histeria del público, es necesario que los fanáticos del calentamiento puedan demostrar que algo está sucediendo ahora. O en palabras del Fort Worth Star-Telegram a finales de 1998:


Es diciembre, y usted todavía está cortando el césped. No puede poner las luces de Navidad porque tiene miedo de que el sudor que resbala de su cara cortocircuite los enchufes. La madreselva está floreciendo, los mosquitos asoman a traición.

¿Suficiente calor para usted? 

No es lo mismo si se cambia "¿Suficiente calor para usted?" por "Sí, es hora de sacar los recuerdos en sepia de la infancia del abuelo", ¿verdad? Pero aún así, el fraude no sería tan eficaz si no hubiera tantos dispuestos a tragárselo. ¿A qué se debe eso?

En mi libro, aún disponible en todas las buenas librerías (podrá usted encontrarlo levantando la pata coja del expositor de ejemplares de Una verdad incómoda de Al Gore), intento responder a esta pregunta sirviéndome de unas celebradas observaciones de la aclamada novelista británica Margaret Drabble, hablando justo después de la liberación de Irak:


Detesto la Coca-Cola, detesto las hamburguesas, detesto las películas violentas y sentimentales de Hollywood que cuentan mentiras sobre la historia. Detesto el imperialismo americano, el infantilismo americano, y el triunfalismo americano con motivo de victorias que ni siquiera lograron.  

Es una lista interesante de agravios. Si usted viviera en Polonia en los años 30, no le preocuparía el refresco preferido de los soviéticos ni por la cultura pop sentimental del Tercer Reich. Si Washington fuera una gran potencia convencional, la clase intelectual estaría argumentando que los Estados Unidos son una amenaza para Francia o la India o el Chad o quien fuera. Pero dado que son la primera superpotencia no-imperial, el mundo ha tenido que fabricar la tesis de que Estados Unidos es una amenaza no sólo para esta o aquella nación sino para el planeta entero, y no a causa de designios convencionales en una gran potencia sino a causa de –aún más aterrador– "su consumo", su estilo de vida. Esas cocacolas y hamburguesas con queso detestadas por las refinadas novelistas londinenses están devastando el planeta en modos en los que conquistadores abiertamente genocidas como Hitler o Stalin sólo pudieron soñar. Lo que revela la construcción de esta fantasía es lo inofensivos que son realmente los Estados Unidos.

Si los imperialistas de la hamburguesa con queso han llegado a promover el fanatismo del calentamiento global, no hay razón para que el odio hacia uno mismo se detenga ahí. El New Republic publicada recientemente un Diario de Bagdad de un tal Scott Thomas, que resultó ser el soldado Scott Thomas Beauchamp. Ofrecía tres anécdotas de despliegue militar americano: la matanza deliberada de perros domésticos por el conductor de un vehículo de combate Bradley, el uso que hacía un efectivo estadounidense del cráneo de un niño como accesorio de moda y la humillación pública de una mujer a causa de su rostro, medio desfigurado a causa de un explosivo. En esa última anécdota, el soldado que llevaba a cabo la humillación era el autor en persona, citándola como prueba de lo mucho que la guerra de Irak ha degradado y deshumanizado a todo el mundo.

Según el Weekly Standard, los investigadores del ejército afirman que el soldado Beauchamp ha firmado ahora una declaración retractándose de sus espeluznantes anécdotas. Y hasta los editores del New Republic reconocen que la humillación de la víctima del explosivo tuvo lugar en Kuwait, antes de que el soldado Beauchamp llegase a Irak. No parecen darse cuenta de que esto destruye toda la premisa del artículo, que se supone que va sobre la deshumanización de los soldados en combate. El soldado Beauchamp llegó previamente deshumanizado. De hecho, ya escribía fantasías sobre atrocidades en Irak en su blog allá en Alemania. Sería más cierto decir que fue "deshumanizado" por la cobertura de los medios norteamericanos. En esto se une a una lista cada vez más larga de vendedores de falsas atrocidades como Jesse Macbeth, el Ranger del ejército que afirmó haber masacrado a centenares de civiles en una mezquita. Resultó que no era ni Ranger del ejército, ni asesino de masas.

Existen muchos motivos honorables para oponerse a la guerra de Irak, pero sostener que nuestras tropas son monstruos enfermos no es uno de ellos. Lo enfermizo es la disposición de tantos ciudadanos de la hegemonía más benigna de la historia a creer que tienen que serlo. Como dijo Pogo, con motivo del Día de la Tierra de 1971 en una tira cómica entonces célebre, "hemos descubierto al enemigo, y somos nosotros". Hasta cuando no hacemos nada: en la era post-imperial, las naciones poderosas ya no tienen que invadir o matar. Simplemente con conducir un Chevy Suburban podemos hacer que los océanos se eleven y se borren de la faz de la tierra las distantes Islas Maldivas. Es un tipo de narcisismo maligno tan arraigado que incluso se imparte ahora en nuestras escuelas. Lo cual podría ser el motivo por el que el cronista del New Republic, pese a ir a Irak y toparse con el verdadero enemigo, siga asumiendo que somos nosotros.
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El "otro" culpable del cambio climático

CIENCIA

El "otro" culpable del cambio climático

Por Jorge Alcalde

Central térmica de Battersea, Londres
En las buenas novelas de intriga, el culpable no suele ser quien parece. El dedo acusador del pueblo siempre empieza equivocando la dirección. Con él, el lector también se convence de que tiene al asesino en el punto de mira, aunque los más avezados esperan la sorpresa final, el punto de inflexión en el que el auténtico criminal comete el error que le inculpa.
En la vida real, por desgracia, no pocas veces ocurre lo mismo. Lo malo es que en la realidad el juicio previo suele ir cargado de tales dosis de prejuicio que ya no es posible quitarle al inocente la cara de asesino que se le queda.
Esta semana ha sido gracioso contemplar cómo algunos medios de comunicación hacían auténticos prodigios de equilibrismo para ofrecer una noticia científica que podría suponer un interesante punto de inflexión en la pesquisa sobre cuál es el causante del aumento de la temperaturas terrestres. El condenado de antemano (el ser humano y su costumbre de calentarse y desplazarse quemando combustibles fósiles) podría ser parcialmente exculpado. Pero la noticia es tan contraria a lo que el dedo acusador del pueblo ha venido diciendo hasta hoy que nadie se ha atrevido a darla sin coletillas, matices y autojustificaciones.
Veamos en qué consiste. La revista Science ha publicado en su número corriente el resultado de las investigaciones llevadas cabo en el Centro Hadley de Predicción Climática de Exeter. En ellas se da cuenta de un nuevo modelo de predicción sobre el clima que podría poner en evidencia los métodos utilizados hasta ahora para anticipar el comportamiento de las temperaturas terrestres.
La base de esta propuesta es un conocimiento popular que lleva siglos funcionando. En pocas palabras, para conocer el tiempo que va a hacer mañana, lo mejor es observar el que hace hoy. La ciencia ha aplicado este modelo para adentrarse en los misterios de la climatología futura a décadas vista. Por ejemplo, si observamos variaciones en el patrón de corrientes del Atlántico Norte hoy podríamos anticipar sequías en el Norte de África dentro de un par de décadas.
Parece evidente que, en dirección contraria, la fórmula también tiene sentido. Si ignoramos las condiciones naturales del clima de hoy, nuestras predicciones para dentro de varios años están condenadas al fracaso. Curiosamente, según los autores de este estudio, la mayoría de los modelos de proyección climática realizados hasta ahora, sobre los que se basan las estimaciones del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático y, por ende, las decisiones políticas sobre la política energética futura, sólo se centran en las influencias externas al sistema ambiental (naturales o atropogénicas) y "obvian predecir las variabilidades naturales". En otras palabras, nuestros modelos actuales cojean seriamente de una pata.
Los expertos de Exeter, avalados por la revista Science, proponen un nuevo modelo que tenga en cuenta todos los factores (internos y externos) y que se convertiría en una herramienta mucho más depurada para saber lo que realmente se nos avecina con el clima.
Con estos mimbres, el resultado es sorprendente. "Nuestro sistema predice que la variabilidad interna natural del clima compensará parcialmente la señal del llamado calentamiento antropogénico en los próximos años. Aún así, el clima seguirá calentándose en la próxima década."
Calentamiento globalLa idea es la siguiente. Para poder diseñar correctamente políticas de actuación en infraestructuras energéticas, seguros y suministros de recursos naturales, es imprescindible poner el foco en el corto plazo de un par de décadas. Los autores del estudio aseguran que es probable que en ese periodo se experimente el efecto de la emisión de gases de invernadero en el clima. Pero "en ese periodo de tiempo, el clima estará más dominado por la variabilidad de fuerzas naturales incontrolables como el ciclo del Niño y la Niña, las fluctuaciones en la circulación termohalina y ciertas anomalías en el reparto de calor de los océanos". Estas variaciones, que nada tienen que ver con la influencia del ser humano, conducirán a cambios climáticos a escala regional y global a corto plazo.
La noticia no dejaría de ser una más en el fértil panorama de la climatología si no fuera porque desenmascara una pequeña perversión en el conocimiento real del clima. Los modelos aceptados hasta ahora, sobre lo que se basan las predicciones más catastrofistas, realizan proyecciones en escalas de tiempo superiores a la década y que llegan a siglos vista. A esas magnitudes temporales, las variabilidades naturales quedan estadísticamente diluidas y brilla como único culpable del calentamiento la actividad humana.
Sin embargo, al reducir el foco a predicciones de una década, se evidencia la importancia de estas variaciones naturales internas que no son provocadas por el hombre y que podrían incluso tener un impacto mayor en el patrón de temperatura que todas las causas antropogénicas propuestas.
El modelo nuevo además, permite tener una clara idea del poder de estas variaciones naturales en la modificación rápida del clima. Según sus descubridores, la llamada Atlantic Multidecadal Oscilation (una variación cíclica del reparto de calor en la superficie del océano Atlántico y que tiene que ver con la aceleración y deceleración natural de la circulación termohalina) podría jugar un papel fundamental en el calentamiento reciente de la atmósfera y el aumento de la actividad de los huracanes en las últimas décadas.
De ser así, tendríamos una doble constatación: que este proceso, al ser cíclico, se volverá a repetir y, por lo tanto, tendremos que estar preparados para nuevos recrudecimientos. Y que todos los que han venido acusando estos años a la emisión de gases de efecto invernadero como responsables del recrudecimiento de las tormentas y huracanes deberían admitir que, como en las novelas de intriga, han caído en la trampa de juzgar demasiado pronto al sospechoso.
Claro que esta segunda conclusión no parece ser muy verosímil. Más bien al contrario, los medios de comunicación, empezando por la propia revista Science, se han esforzado en dejar claro que "estos hallazgos no destierran en absoluto la certeza de que el clima se está calentando gravemente por culpa del hombre".
Es curioso, el catastrofismo habitual de los titulares de prensa cuando aparecen investigaciones que refuerzan la tesis ecologista ahora se ha tornado escrupulosa cautela, moderación exquisita, supremo respeto a la objetividad científica. Afortunadamente, nadie, hoy, se atreve a titular: "Un estudio científico demuestra que el cambio climático se debe a causas puramente naturales". No hay razones para ello. Pero ya verán qué poco tardan en titular a cuatro columnas todo lo contrario cuando les venga en gana.
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22/8/07

Un pan con unas tortas (de biodiesel)

Un pan con unas tortas (de biodiesel)

Por Jorge Alcalde

Etanol y su fuente, al menos en EEUU: el maíz
Se acerca el 2008 y con él llegará a los motores la última revolución "verde": la generalización de los biocombustibles. Si se cumple lo previsto en el Plan de Energías Renovables que el Gobierno gestó en 2005 (y no termina en el sonado fracaso que supuso el anterior), a partir del año que viene los coches españoles empezarán a incorporar biocombustibles (bioetanol y biodiesel en concreto) mezclados con sus carburantes habituales.
En 2008, casi el 2% del combustible que mueva cada vehículo será de los llamados ecológicos. Para el 2010, el objetivo es llegar hasta el 6%. El Plan del Gobierno asegura que se trata de una medida necesaria para reducir las emisiones de CO2, converger con los compromisos de Kioto y combatir el cambio climático.
Al bioetanol y el biodiesel se les conoce como los combustibles verdes y no son pocos los que auguran una nueva generación de medios de transporte más amigables con el entorno y el clima gracias a ellos. Sin embargo, estos carburantes verdes tienen una cara negra, y esta semana una noticia de la prestigiosa revista Science ha vuelto a sacarla a la luz.
Tres científicos de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, han decidido poner a prueba la efectividad de estos combustibles en uno de sus usos propuestos: la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera.
Existen múltiples estrategias políticas y científicas que se pueden escoger para reducir estas emisiones y la elección no es ni mucho menos fácil. Aparte de los condicionantes técnicos, hay muchas variables sociológicas, económicas y comerciales que deben tenerse en cuenta. Los autores de este informe han decidido centrarse en las dos estrategias de recorte de emisiones que parecen más aplaudidas. El uso de biocombustibles a gran escala y el aumento de la masa boscosa para "secuestrar" carbono de la atmósfera.
La primera idea se basa en la obtención de carburantes como el etanol o el diesel a partir de la fermentación de cultivos como el maíz, la remolacha o el trigo. La segunda consiste en reforestar el planeta con el fin de que la masa biológica vegetal absorba grandes cantidades del CO2 que emite la actividad humana a la atmósfera.
Dado que el suelo es un bien escaso y valioso y que ambas estrategias exigen el uso de grandes extensiones (bien para el cultivo o bien para la reforestación), los autores del trabajo han decido evaluar la relación entre el coste en área cultivada y el efecto en CO2 reducido de los dos planteamientos estratégicos en un periodo de 30 años vista.
Los biocombustibles obligarían a deforestarCon estas premisas, los datos obtenidos han sido apabullantes. Para conseguir que el 10% de los combustibles consumidos fuera ecológico, sería necesario utilizar el 38% de la tierra de cultivo en Europa y el 43% en Estados Unidos exclusivamente para la producción de "gasolina". Dado que este modesto objetivo del 10% no puede ser asumido con las existencias actuales de tierra de cultivo (imagínense emplear de más de un tercio del maíz, la remolacha o el trigo de un país para quemarlo en los motores de los coches), sería imprescindible deforestar grandes extensiones de bosque y convertirlas en fincas de producción de combustible.
El resultado sería, según este estudio, paradójicamente antiecológico. La supuesta reducción de CO2 obtenida por el aumento del uso de biocombustibles no compensaría el aumento de CO2 que se produciría por la pérdida de árboles. En concreto, la reforestación de un área determinada de terreno es capaz de absorber de dos a nueve veces más dióxido de carbono que las emisiones que se evitarían si ese mismo terreno se empleara en la producción de vegetales para su transformación en combustibles verdes.
En otras palabras, con la moda de lo bio podríamos estar haciendo un pan con unas tortas. Según el informe, "si el objetivo principal de las políticas de incentivo del biofuel es la mitigación de las emisiones de CO2, los políticos deberían saber que es más aconsejable a corto plazo dedicarse a aumentar la eficacia de los combustibles fósiles actuales y conservar y restaurar las extensiones existentes de bosque y pradera".
Para colmo, la política intensiva de fabricación de biocombustibles puede tener otros efectos perniciosos. Un informe reciente de la ONU alertó de que la fiebre de lo bio puede derivar en un aumento de la deforestación, la expulsión de pequeñas poblaciones de agricultores de sus tierras y la generación de hambrunas transitorias cuando los recursos de los cultivos hayan de utilizarse para alimentar a humanos y máquinas por igual. Como suele suceder con las grandes ideas de los ecologistas, los primeros afectados serán los países más pobres: mientras las grandes compañías energéticas afilan ya los mimbres de su próximo negocio (la gasolina amiga del medio ambiente) el difícil equilibrio entre la tierra y el hombre en las regiones más desfavorecidas tendrá una nueva fuente de desestabilización.
En nuestro mundo, las cosas no son tampoco nada halagüeñas. En el caso español, por ejemplo, habría que contabilizar los costes derivados de la dependencia energética. Según datos de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos, España tendría que importar tres cuartas partes de la materia prima necesaria para abastecernos de biodiesel y bioetanol. Por cierto, esta materia llegará a nuestro país por mar, en gigantescos barcos propulsados por fuel.
En definitiva: que en esto de defender al planeta de la pérfida huella del hombre uno no sabe a qué atenerse, porque no es oro verde todo lo que reluce
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19/8/07

El Fraude Medioambiental ó porqué Rusia no se adhiere a Kyoto

El Desenlace es Inminente

por Hans Labohm (20-julio-2004)
Publicado originalmente en
TechCentralStation

El tiempo se está acabando. El paradigma del calentamiento global está a punto de colapsar. En su ocaso, el proceso del
Panel Intergubernamental de la Naciones Unidas para el Cambio Climático (IPCC) tendrá que variar su conducta. Mientras tanto, el Tratado de Kyoto parece agonizar.

Un par de años atrás comencé a interesarme en el tema del calentamiento global causado por el hombre. El asunto era considerado un '
coto de caza' científico donde los climatólogos dictaban las reglas. Sin embargo, como economista y analista de políticas extranjeras, yo estaba preocupado por las posibles implicancias económicas devastadoras de Kioto, a causa de sus elevados costos en términos de pérdida de crecimiento económico y puestos de trabajo, su impacto negativo sobre la competitividad, su riesgo de gatillar guerras comerciales entre los cumplidores y los no cumplidores, y el peligro de la intervención intrusiva de los gobiernos en la economía, poniendo en peligro a todo el sistema de la libre empresa.

Inicialmente, me costó mucho trabajo iniciar el diálogo con los climatólogos para preguntarles sobre sus puntos de vista básicos y para discutir con ellos las implicancias más amplias. A medida de que el tiempo fue pasando conseguimos establecer una razonable relación de trabajo. Por supuesto, ellos me referían siempre a su 'Biblia': el
"Sumario para Hacedores de Políticas" del IPCC - un documento conciso que fue escrito especialmente para gente como yo que sólo tenía vagas nociones de la ciencia del clima. Como analista de política he leído miles de documentos políticos durante mi carrera, pero jamás había encontrado un documento que estuviese tan plagado de inconsistencias. Esto me hizo sospechar del paradigma del 'calentamiento global antropogénico' y del proceso del IPCC en general, y me decidí leer más sobre el 'cambio climático' putativo y visitar la panoplia de sitios de Internet de los 'escépticos del clima'. Sólo me confirmó mis primeras sospechas.

Durante el mismo período, en discusiones personales con científicos, uno de ellos me confió que el calentamiento global antropogénico era
la estafa científica más grande del siglo 20. Dado que yo tenía ya el mismo sentimiento, le pregunté si podría citarlo en mis publicaciones. Pero él se negó. Aparentemente este tema no se prestaba a la libertad de expresión.

En ese momento era bastante difícil determinar con exactitud en dónde las cosas andaban mal. Pero durante mis posteriores investigaciones me encontré en numerosas oportunidades con invocaciones a la autoridad científica para 'probar' puntos, razonamientos ilógicos, presiones políticas, rechazo a tomar conocimiento de las opiniones en contrario, escarnio de los oponentes, eliminación de información crucial, falsificación y manipulación de datos científicos, intimidación y aún expulsión de científi-cos que no adherían al paradigma del calentamiento global antropogénico, etc. En breve, todos los trucos en el libro, que me eran tan familiares a la luz de la experiencia ganada durante mi carrera en un campo totalmente distinto.

Aunque mucha gente conoce estos incidentes, nunca alcanzaron proporciones que desacreditaran fundamentalmente al paradigma del calentamiento antropogénico y al proceso del IPCC, sobre el que están basados. Sin embargo, esto puede cambiar muy rápidamente en el futuro próximo a la luz de los resultados de una reciente conferencia efectuada en Moscú - la actual revisión de la llamada "curva del palo de Hockey", que es uno de los pilares principales del paradigma del calentamiento antropogénico, como también una ola de declaraciones de muchos científicos de renombre que ahora confiesan abiertamente sus dudas sobre el efecto del "invernadero antropogénico."

En un anterior artículo, (
Russia's Vacillations on Kyoto) yo noté que el presidente de Rusia Valdimir Putin, durante una conferencia de prensa en el Kremlin el 21 de mayo, 2004, le dijo a los reporteros que Rusia aceleraría el movmiento en dirección a la ratificación del Protocolo de Kioto como parte de un trato que incluía el consentimiento de la Unión Europea para que Rusia se convirtiese en un miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pero yo también me referí a un comentario más cauto del Ministro de Relaciones Exteriores Ruso, Vladimir Chizov, que declaró:
'Rusia comparte totalmente las metas del Protocolo de Kioto. Sin embargo, su ratificación dependerá de las condiciones que este acuerdo le provea al país para unirse al tratado. ... Existen diferentes opiniones sobre la necesidad de ratificar este protocolo, tanto en los círculos políticos como en los científicos. ... Los motivos que impulsaron a muchos países a unirse al Protocolo de Kioto y a otros a rechazarlo, deberían ser estudiados profundamente.
Y yo comenté:
'No debería olvidarse que los Rusos tienen fama de ser duros negociadores. Quizás las reservas de Chizov puedan traer nuevas sorpresas. Después de todo, el diablo está en los detalles.'
Lysenkoísmo Intrusivo

y de hecho, el 7 y el 8 de julio, 2004, los rusos convocaron a un nuevo seminario sobre el asunto del cambio climático y el Protocolo de Kioto, cuyos resultados parecen contradecir a la primitiva impresión de un 'regreso ruso al redil' en vista de las presiones políticas de la UE.

Lo mismo que en la anterior conferencia sobre el cambio climático en Moscú, el asesor económico del Presidente Putin, Andrei Illarionov jugó un rol prominente. Durante una conferencia de prensa después del encuentro, Illarionov se quejó de que los Rusos habían solicitado de manera repetida a sus socios extranjeros que abogan por el Protocolo de Kioto y que insisten en que Rusia lo ratifique, la respuesta a una gran cantidad de preguntas sobre temas específicos. Pero durante una año no habían recibido ninguna respuesta. Illarionov dijo: 
'En lugar de recibir respuestas a nuestras preguntas, estuvimos escuchando que las respuestas no importaban. Que lo importante era si Rusia confiaba en Gran Bretaña, la Unión Europea y los países que ya habían ratificado Kioto y que han estado ejerciendo una presión sin precedentes sobre Rusia para que ratificase el protocolo. Por ello es que era tan importante para nosotros acordar un encuentro verdadero y una verdadera discusión de problemas reales con la participación de científicos extranjeros que tienen visiones diferentes....'
  Concerniente a las suposiciones básicas de Kioto, Illarionov comentó:
 
'Básicamente, ninguna de las afirmaciones hechas en el Protocolo de Kioto y la teoría 'científica' sobre la que se basa el protocolo tienen origen en datos reales. No estamos viendo ninguna alta frecuencia de eventos y situaciones de emergencia. No hubo ningún aumento en la cantidad de inundaciones, como tampoco hubo un aumento en la cantidad de sequías. Podemos ver que la velocidad del viento en las tormentas de algunas áreas está decreciendo, al contrario de las declaraciones hechas por gente que apoyan al Protocolo de Kioto. No estamos viendo una mayor incidencia de enfermedades contagiosas, y si existe algún crecimiento, no tiene nada que ver con el clima. Si hay alguna suba insignificante de la temperatura no es debido a factores antropogénicos sino a factores naturales relacionados con el planeta y la actividad solar. No hay evidencia alguna que confirme una relación entre el nivel del dióxido de carbono y los cambios de temperatura. Si existe tal relación, se trata de una naturaleza inversa. En otras palabras, no es el dióxido de carbono quien influencia la temperatura de la Tierra, sino exactamente lo opuesto: la fluctuación de la temperatura es causada por la actividad solar, que influencia la concentración de dióxido de carbono.'
 
Después de haberse quejado del comportamiento de la delegación Británica, encabezada por Sir David King, quien trató - sin éxito - de impedir a ciertos científicos 'indeseables' hablar en la conferencia, Illarionov criticó las bases ideológicas y filosóficas sobre la que se asienta el Protocolo de Kioto:
'Esa base ideológica puede ser yuxtapuesta y comparada con la ideología totalitaria, de odio al hombre, que tuvimos la mala suerte de sufrir durante el siglo 20, tales como el Nacional Socialismo, el Marxismo, la Eugenesia, el Lysenkoísmo, etc. Todos los méto-dos para distorsionar la información que existe en el mundo han sido usadas para probar la clamada validez de estas teorías. Desinformación, falsificación, fabricación, mitología, propaganda. Porque lo que se ofrece no puede ser calificado de ninguna otra manera sino como mito, sinsentido, dislate y absurdidad.'
La referencia de Illarionov al Lysenkoísmo fue particularmente punzante. ¿Quién podría haber imaginado hace unos 15 años que un Ruso acusaría a Occidente de Lysenkoísmo - y tener razón? El Lysenkoísmo se referiere a un episodio en la ciencia Rusa involucrando a un paisano no científico, criador de plantas llamado Trofim Denisovich Lysenko (1898-1976). Lysenko se elevó a la dominación en una conferencia de 1948 en Rusia donde pronunció un encendido discurso denunciando al pensamiento Mendeliano como 'reaccionario y decadente' y declaró que esos pensadores eran 'enemigos del pueblo Soviético'. Bajo la influencia de Lysenko, la ciencia - en especial la biología - no fue guiada por las teorías más probables, respaldada por experimentos adecuadamente controlados, sino por la ideología deseada. La ciencia se practicó al servicio del Estado, o más precisamente, al servicio de la ideología. Los presultados eran predecibles: el sostenido deterioro de la biología Soviética. Fue debido a los esfuerzos de Lysenko que muchos científicos de valía, especialmente en el campo de la genética, fueron enviados a Gulags o simplemente desaparecieron de la URSS. Los métodos de Lysenko no fueron condenados por la comunidad científica Soviética sino hasta 1965, más de una década después de la muerte de Stalin.

Al final de la conferencia de prensa se le pidió a Illarionov que respondiese a una simple pregunta:
'¿Por qué no sigue usted las palabras de su jefe, el presidente Putin, quien dijo muy claramente: "Nostros estamos a favor del Protocolo de Kyoto"?' Su respuesta fue: 'Me voy a permitir recordarle las palabras pronunciadas por el Presidente Putin. El presiente Putin jamás dijo que él apoyaba al Protocolo de Kioto. El Presidente Putin dijo el 24 de mayo de 2004 que él apoyaba al proceso de Kioto. De manera que lo siento, pero usted no puede decir que yo no apoyo las palabras del Presidente Putin en este asunto.'

Sin embargo, Illarionov reconoció asimismo que no se podría desechar totalmente el que Rusia ratificara el Protocolo de Kioto, a causa de la acción de la
"quintacolumna" en Rusia, que está a favor de Kioto. pero añadió: "si tal decisión se toma, le propinaría ... un severo golpe a Rusia, Japón, la Unión Europea, y al Canadá, los países y regiones que se precipitaron a asumir tales obligaciones [de Kioto]'

Dudas Crecientes

El IPCC afirma que las actividades humanas son las responsables de casi todo el calentamiento regis-trado durante las últimas dos centurias. Una imagen ampliamente circulada que ilustra de manera dramárica esas tendencias de la temperaura se asemeja a un palo de hockey con tres partes bien nítidas: un mango plano que se extiende desde el año 1000 DC hasta el 1900, una "hoja" que se lanza hacia arriba desde el 1900 hasta el 2002, y un rango de incertidumbre en las estimaciones de temperatura que envuelve al mango como una 'vaina'.

Fue Michael Mann de la Universidad de Virginia, y Phil Jones de la Universidad de East Anglia quienes actualizaron la influyente reconstrucción de las temperaturas atmosféricas globales y hemisféricas usadas en la
Tercera Evaluación del Cambio Climático del IPCC. Sin embargo, cinco grupos de investigadores independientes han descubierto problemas con esta reconstrucción, cuestionando los tres componentes del 'Palo de Hockey'. Sobre la base de esta investigación, David Legates, director del Centro de Investigación del Clima de la Universidad de Delaware, y un prominente escéptico del clima, concluye: "La investigación de Mann es claramente mentirosa, y no está de acuerdo con la abrumadora evidencia de amplio calentamiento y enfriamiento global durante los dos milenios previos."

Sin embargo, algunos escépticos del clima creen que David Legates ha sido quizás un poco duro en su veredicto. La discusión todavía sigue. Pero es muy probable que esté en su etapa final. Y es también muy probable que se demuestre que el Palo de Hockey está equivocado.

Pero la discusión sobre el Palo de Hockey es sólo un ejemplo de las crecientes dudas que existen sobre el paradigma del calentamiento causado por el hombre. En Alemania, Sami Solanki, el director del renombrado Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar, en Göttingen, recientemente declaró: 'El Sol ha estado en su punto más alto durante los pasados 60 años y puede estar ahora afectando las temperaturas globales.' La mplicancia de esta declaración es que el rol del Sol ha sido subestimado - hasta ahora. En la Gran Bretaña, David Bellamy, un conocido conservacionista Británico y presentador de la TV fue más allá todavía. Declaró crudamente:  
'El calentamiento global - por lo menos la moderna versión de pesadilla - es un mito. Estoy seguro de ello y también lo está un creciente número de científicos. Pero lo que es realmente preocupante es que los políticos y hacedores de políticas del mundo no lo están. En su lugar, ellos tienen una inconmovible fe en lo que, desgraciadamente, se ha convertido en uno de los credos centrales del moviemiento ecologista: los humanos queman combustibles fósiles, que liberan crecientes niveles de dióxido de carbono - el principal de los llamados gases de invernadero - a la atmósfera, causando que ésta se caliente. Ellos dicen que es calentamiento global. Yo digo que son pavadas.'
¿Cómo es que tantos honorables y renombrados científicos han puesto su fe durante tanto tiempo en el paradigma del calentamiento global humano? ¿Fueron víctimas de no haberlo advertido? ¿Pésimo juicio? ¿Prejuicio? ¿Visión túnel? ¿Disonancia cognitiva? ¿Auto engaño? ¿Es el calentamiento global antropogénico realmente el más grande de los engaños que se haya perpetrado jamás?

El desenlace es inminente. En el muy cercano futuro sabremos cuáles de los anteriores signos de interrogación podríamos eliminar. Como el inspector Morse acostumbraba decirle a su asociado:
"Nos estuvo mirando a la cara todo el tiempo, Lewis! Y nosotros nos nos dimos cuenta!"
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15/8/07

El mito de Kyoto, el timo de las renovables y el aprendiz de brujo que nos gobierna

Enormes minucias  
El mito de Kyoto, el timo de las renovables y el aprendiz de brujo que nos gobierna

En Hispanidad temíamos habernos pasado con nuestro juicio del lunes ( esta al final ) acerca de la postura antinuclear del Gobierno Zapatero, entregado a la causa del timo-mito ecologista.

Como siempre ocurre en Internet, el único espacio de diálogo -no talante- y debate que queda en este mundo, alguien nos respondió enseguida para decirnos que no nos habíamos pasado: nos habíamos quedado cortos. En plata, una de las más importantes eléctricas españolas nos llamó para comunicarnos que sus cálculos aún situaban más arriba, en cuanto a onerosas, poco seguras –para asegurar el suministro, se entiende- caras y, difícil, incluso contaminantes, las llamadas energías renovables. Y es que se trata de cálculos difíciles en los que todos los técnicos coinciden con un más/menos de error: el precio de los combustibles fósiles varía, y en el caso del carbón y el gas los derechos de emisión se dispararán en 2008-09.

En efecto, nos quedamos muy cortos. Según las conclusiones de esa eléctrica, la diferencia entre el coste de producción del kilowatio nuclear y el de las muy ecológicas energías renovables es aún mayor.

Dicho de otra forma, lo que pretende el aprendiz de brujo que habita Moncloa, guiado por su mito ecológico, es cerrar, o dejar morir, nada menos que un parque nuclear totalmente amortizado, capaz de producir electricidad a un precio de entre 8 y 12 euros MGh. Según esos mismos cálculos, el carbón produce electricidad a 25 euros MGh, mientras el gas nos llevaría hasta los 40 euros, más otros 15, si contabilizamos, y hay que hacerlo, la amortización de la inversión. Total: 55 euros. Eso sí, el carbón se pondrá más caro en 2008 y 2009, pero no por razones económicas sino por una decisión política: el coste de los derechos de emisión de nuestro amado Kyoto.

Y demos el salto a la maravilla ecológica, el mito convertido en timo: el MGh de energía eólica, los molinillos de marras, nos salen po/r 65-70 euros MGh, a lo que habría que añadir otros 15 de amortización, pues se trata de inversiones caras , TOTAL 80/85 .

¿Y qué me dicen de la energía fotovoltaica, la favorita de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, la que ha convencido a ZP de que ser verde, incluso tontiverde, tiene premio electoral? P ues el sol tiene el combustible gratis pero las instalaciones son tan caras que salen por más de 200 euros el MGh. ¿Dónde está el timo del mito ecológico? Pues en el Decreto de Energías Renovables. Es decir, en los 3.000 millones de euros que el presupuesto dedicó en 2006, salidos de nuestros bolsillos, para que una serie de empresas pudieran blasonar de responsabilidad social corporativa al tiempo que el ciudadano paga más de lo que debería pagar por el servicio básico de la luz y sin asegurar el suministro.

Un detalle, las renovables precisan térmicas de complemento para asegurar el suministro, o sea, que sí que contaminan. Y ya de paso, el ciclo combinado también emite CO2, aproximadamente un tercio que las técnicas de carbón. Por decirlo de otro modo: aunque toda la energía que se produce en España se tornara ciclo combinado… tampoco cumpliríamos los compromisos de Kioto. Sin embargo, sí lo cumpliríamos, claro, si la producción fuera de energía nuclear y, como ocurre en otros países europeos, si las renovables fueran un complemento de la producción nuclear y térmica, y no la columna vertebral del suministro, como pretende nuestro aprendiz de brujo monclovita.

La lógica impone la energía nuclear en espera de la fusión nuclear, del agua, que será la fuente de energía del futuro. Además, la nuclear es la energía de los pobres y la energía de todos, e incluso se ha avanzado mucho en el tratamiento de los residuos. Es, en suma, lo que impone la lógica, sólo que la propaganda se impone a la lógica… en nombre del cambio climático. En resumen: un mito y un timo. Lo que exige la lucha contra el cambio climático es… la energía nuclear.
A corto plazo, con una red casi colapsada y con una alta dependencia energética del exterior, cerrar una energía de fiabilidad probada no se le ocurre ni al que asó la manteca. Bueno, sí, se le ocurre a ZP, el del mito-timo ecologista.

Y, personalmente, no sé qué es peor: si la desastrosa política energética del gobierno o la credulidad de un electorado que acepta pagar con sus impuestos y sus facturas de la luz la campaña electoral mito-ecológica de los políticos y las onerosas subvenciones a un puñado de empresarios espabilados.


Eulogio López


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Confidencial
El timo-mito ecológico. Zapatero a sus ministros: "Yo soy el más antinuclear de los aquí presentes"
Y añadió: "El objetivo de este Gobierno es desmantelar el parque nuclear". La ministra Narbona es el principal adalid de las carísimas energías renovables y la mayor enemiga de la energía nuclear. Dárnoslas de verdes, nos costó a los españoles 3.000 millones de euros en 2006, pero este año será más. Gracias a las renovables, España cuenta con uno de los kilowatios más caros de Europa. Aluminio o acerías, tentadas de emigrar: en otros países les aseguran un precio estable. El PP también es un converso a la fe única de Kyoto. La energía en España es cara y el suministro no se ha asegurado, pero, gracias a ello, pagamos más impuestos para mantener una ecología verde no competitiva
Durante toda la legislatura, el Gobierno Zapatero ha vendido electricidad verde, ecología ante todo, especialmente ciclo combinado y eólica, convertida en un verdadero icono de la modernidad socialista en materia energética. El paisaje en la España de ZP son aerogeneradores blancos pegados a las carreteras. El gran objetivo gubernamental era Kyoto, y los malvados, aquellos países que no se esforzaban por cumplir con Kyoto. A las eléctricas no les importaba en absoluto. Incluso las compañías, especialmente Iberdrola, comenzaron a hablar de energía verde, y toda su imagen corporativa se enraizó en el respeto al medio ambiente y en la prioridad absoluta del Protocolo de Kyoto. Era lógico, iban a producir energía más cara pero la diferencia se la iba a pagar el estado, es decir, el ciudadano.
No obstante, ante las presiones de la industria nuclear, y ante el próximo vencimiento del ciclo de vida de muchas centrales nucleares, el Gobierno decidió abrir un "debate" público sobre la energía nuclear. Como todos los técnicos aconsejaban la ampliación del parque nuclear, o al menos el fortalecimiento del ya existente, todo el mundo pensó que se trataba de una excusa para mantener el parque nuclear. Por su parte, las eléctricas, así como la constructora Acciona, que tras Iberdrola es el líder en la energía nuclear, estaban felices: viento y sol, constituían el futuro. José Manuel Entrecanales e Ignacio Galán no dejaban de enseñar las cifras que demostraban un aumento imparable de las energías renovables.
Pero lo de la nuclear se iba a hinchar aún más. Hace seis meses, la vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, convertida al socialismo verde, anunciaba que, aún pendientes del famoso debate nunca iniciado, el objetivo del Gobierno era la sustitución de la energía nuclear. Un detalle, por el momento la central nuclear de Santa María de Garoña, que vence en 2009, no tiene permiso para alargar su plazo de vida de los 40 a los 60 años, cuando la empresa consideraba que el permiso era cuestión de tiempo.
¿Qué había ocurrido? Pues que la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ha convertido a ZP en un entusiasta de la energía eólica y solar. Es más, las declaraciones de De la Vega se produjeron inmediatamente después de un Consejo de ministros en el que el titular hizo una profesión de fe verde y ecológica, y sorprendió a los ministros más sensatos del ejecutivo con la siguiente declaración. "Yo soy el más antinuclear de todos los aquí presentes". Y tras semejante anatema contra la fisión del átomo, concluyó que "el objetivo de este Gobierno es desmantelar el parque nuclear ".
¿Cómo repercute esto en el bolsillo de los ciudadanos? Pus muy sencillo. Como ya hemos informado, el coste medio de 2006 del kilovatio/hora producido, prescindiendo, que es lo que nunca se hace, de las subvenciones públicas, es de 15 céntimos de euro por kWh para la nuclear y el carbón, de 28 para el kWh producido por gas y de entre el 40 y el 60 céntimos el producido por viento, sol o biomasa. No olvidemos, además, que las centrales nucleares, así como la mayoría de las térmicas de carbón, ya están amortizadas.
Dicho de otra forma, si no fuera por los impuestos que pagamos los españoles, la energía eólica y la solar serían una ruina. Sin embargo, ha enriquecido a muchas empresas.
Por el contrario, los países punteros de Europa utilizan la energía nuclear y el carbón –y el gas. No lo olvidemos- como el eje de su suministro energético, mientras las renovables son el complemento para regular una producción que no es almacenable. En 2006, los españoles pagaron más de 3.000 millones de euros en déficit de tarifa, que fueron a parar a las compañías eléctricas. Este año, la cifra podría aumentar. Y por señalar con el dedo: la que más subvenciones recibe es la energía solar –la favorita de Narbona y ZP-, seguida de la biomasa y la de los molinillos.
Es más, el aumento del coste del kilowatio producido en España se ha disparado en 2006. La lista, según el informe de Juan Avilés Trigueros, autor de "La energía en la España del siglo XXI: 2000-2025 ", viene encabezada por Italia, pero en un solo año, España ha pasado, gracias a nuestro amor por Kyoto y las renovables, del decimoquinto puesto al quinto. Ni que decir tiene que en Europa nadie se plantea desmantelar el parque nuclear. Como mucho, reducir la producción porcentual de dicho parque respecto al total.  
El mito verde es muy bonito, pero lo cierto es que, si dejamos a un lado la propaganda, lo que la gente quiere, especialmente tras episodios como el reciente apagón de Barcelona, es suministro asegurado y barato. Si, además, es limpia, mejor que mejor. Y no olvidemos que, para el efecto invernadero, la energía más limpia de todas es la energía nuclear. Y no olvidemos, tampoco, que la energía del futuro no son las renovables sino el hidrógeno, en concreto la fusión nuclear.
Más problemas. Industrias básicas como acerías o las del aluminio, amenazan con marcharse de España. Son consumidores intensivos de electricidad y, para evitar su deslocalización, otros países, como Francia, les aseguran electricidad a precio estable durante largos periodos, por ejemplo de 20 años. Naturalmente, eso sólo lo permite la energía nuclear.  
Y ojo, porque el timo, ecológico, no sólo afecta a nuestros bolsillos, sino que está provocando una verdadera burbuja bursátil, como se puede ver en la información sobre Iberdrola Renovables , que amenaza con convertirse en una de las 10 grandes de la Bolsa española por capitalización. Está claro por qué las eléctricas no protestan por la política suicida del Gobierno. La cuenta de resultados está asegurada gracias a los impuestos extra que pagan los ciudadanos. Los impuestos verdes están de moda, y en nombre del medio ambiente y la ecología se produce el verdadero timo ecológico. En este sentido, el diario Expansión publicaba el disparado peso de los "impuestos verdes" en Cataluña, Andalucía y Madrid. Sí, Madrid, que el partido Popular no es ajeno a esta obsesión verde. Además, no olvidamos que José María Aznar mantuvo la moratoria nuclear prescrita por el Gobierno socialista de Felipe González.
Respecto al gas, el problema es otro. En efecto, las centrales de ciclo combinado no plantean tantos problemas, ni tan elevado coste, como las renovables. El reto del gas es no convertir al mundo en rehén de unos países productores aún más extorsionadores que los de la OPEP. Recuerden que entre Rusia e Irán controlan las dos terceras partes de la producción mundial de gas. De hecho, el presidente Putin utiliza el gas como un verdadero chantaje político a Occidente, en especial a la Europa democrática. No olvidemos que está naciendo la OPEP del gas, y que el acercamiento entre Moscú e Irán es un hecho.
La ecología verde es un mito y es un timo, pero no se nota mucho porque lo pagamos a escote y, porque, después de todo, el color verde es el color de moda.
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10/8/07

Ciudades contra el cambio climático



Ciudades contra el cambio climático


Los consumidores pueden exigir a sus responsables locales la puesta en marcha de iniciativas que ayuden a frenar este problema

Piensa en global, actúa en local. Aunque el cambio climático es un problema de escala planetaria, los municipios, y en definitiva, los consumidores, pueden hacer más de lo que creen por ayudar a combatirlo. Algunos ya están dando ejemplo.
Alex Fernández Muerza
6 de agosto de 2007


Los gobiernos autonómicos y locales disponen de competencias y recursos suficientes para potenciar los planes de actuación medioambiental de sus comunidades y municipios. Así lo ha dado a entender recientemente Arturo Gonzalo Aizpiri, secretario general para la Prevención de la Contaminación y el Cambio Climático, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente.
En este sentido, Aizpiri estima que comunidades y ayuntamientos pueden contribuir hasta en un 40% en el cumplimiento de los objetivos fijados por el Gobierno para reducir las emisiones contaminantes de dióxido de carbono (CO2).
Para ello, los expertos consideran que desde el ámbito local se pueden desarrollar proyectos de todo tipo que persigan la mejora de la eficiencia energética; el incremento en la utilización de energías renovables; la implantación de medidas para generalizar el transporte sostenible; el desarrollo de sistemas de gestión de basuras que reduzcan la contaminación y aprovechen energéticamente estos residuos, como la biomasa o el compost; o la puesta en marcha de campañas de educación medioambiental ciudadana.
Por ejemplo, en materia energética, la isla canaria de El Hierro comenzará a construir este año un sistema hidroeólico que le permitirá en 2009 autoabastecerse totalmente de energía. Por su parte, ciudades como Estocolmo o Vaxjö (Suecia) se han propuesto ser ciudades libres de energías fósiles para 2050.
Cada vez son más los municipios que asumen planes estratégicos que contribuyen a luchar contra el cambio climático desde el nivel local
Asimismo, en el apartado del urbanismo, los municipios también tienen mucho que aportar. En este sentido, el South East Climate Change Parthership, un organismo que colabora con las instituciones locales del suroeste de Inglaterra, ha elaborado un informe en el que ofrece un listado de actuaciones específicas que los municipios pueden realizar para la adaptación de la planificación urbanística al cambio climático, como la defensa de las costas o la adaptación de zonas verdes.
En España, cada vez son más los municipios que asumen planes estratégicos que contribuyen a luchar contra el cambio climático desde el nivel local. Un ejemplo de ello es la Red Española de Ciudades por el Clima (RECC). Compuesta por más de un centenar de ciudades, su objetivo es que todos los municipios españoles de más de 20.000 habitantes asuman compromisos concretos contra este problema.
Así, según la RECC, los gobiernos locales en España están elaborando ordenanzas municipales que favorecen el ahorro del consumo energético y la incorporación de fuentes renovables, o actuando directamente sobre la iluminación de las calles y de los edificios públicos. Asimismo, aseguran, se están promoviendo diversos incentivos, como subvenciones públicas, para el desarrollo de acciones particulares que contribuyan a la lucha contra el cambio climático.

El importante papel de los consumidores
Los responsables de la RECC consideran que los consumidores pueden contribuir de manera importante a reducir el impacto del cambio climático. Por un lado, afirman, pueden colaborar con las Administraciones locales en la puesta en acción de políticas medioambientales, para lo que deben exigir cauces de información y de participación ciudadana.
Por otro lado, los consumidores pueden en su vida cotidiana asumir prácticas más ecológicas, como ahorrar energía, utilizar medios de transporte que contaminen menos o generar menos residuos.
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9/8/07

SOBRE UN ARTÍCULO DE 1888 - Manifiesto contra el cambio climático

SOBRE UN ARTÍCULO DE 1888

Manifiesto contra el cambio climático

Por Julián Navarro Melenchón

Dejando al margen la versatilidad climática constatada a lo largo de los millones de años de existencia de la Tierra, se puede percibir cómo se ha propagado recientemente entre la opinión pública un sofocante vendaval, todo un género de especulaciones neomilenaristas que han quedado cristalizadas en una nueva palabra-fuerza: "cambio climático".
¿Qué ha facilitado su rápida difusión? El atractivo que ejercen estas presunciones al acoplarse perfectamente a la atávica inclinación humana a congraciarse con las misteriosas fuerzas de la naturaleza para evitar así sufrir su escarmiento.
Pues en medio de esta avalancha que nos anega, hallé hace unos días un curioso artículo de prensa sobre el cambio climático, con el que quedé gratamente sorprendido. Sus cavilaciones iban a contracorriente de la opinión general, contra la que daba tres argumentos, que eran clave para derruir el ideario de la falsa bóveda del cambio climático.
  1. Su autor, un miembro de la comunidad científica, se atrevía a discrepar de sus compañeros de disciplina, acusándoles de surtir y retroalimentar a una opinión pública sensibilizada con el medio ambiente con conjeturas poco documentadas por mero vedettismo profesional:
    Es también indudable que se ha extendido la creencia de que estos accidentes [atmosféricos] se producen cada vez con mayor frecuencia y con caracteres más excepcionales y extraordinarios; y en su consecuencia se trata de investigar la causa que viene produciendo ese trastorno celeste. Para ello se han emitido diferentes hipótesis, soberanamente ridículas unas; en pugna con el sentido común otras, y absolutamente destituidas de fundamento, en nuestra humilde opinión, todas; pues los sabios (...) lanzándose en alas de su ingenio, o poniendo a contribución su inteligencia, no vacilan en emitir opiniones aventuradísimas, que siempre encuentran eco en la de los demás y aumentan su indiscutida fama.
  2. A continuación sopesa y aquilata las causas de la inestabilidad atmosférica y de nuestra distorsionada percepción de estas manifestaciones del clima. Respecto a la primera, afirma que esa variabilidad del tiempo, con sus desajustes térmicos estacionales, ciclones e inundaciones catastróficas, está inscrita dentro de la normalidad que rige las leyes de la atmósfera; siendo muy precavido a la hora de atribuir un gran impacto en estos fenómenos a la actividad generada por el hombre, como es la deforestación, la masificación del transporte o el elevado consumo eléctrico. En cuanto a la segunda premisa, atribuye esta visión apocalíptica que tenemos hoy día a varios factores: a la mayor información estadística de que disponemos sobre multitud de fenómenos meteorológicos, y que antes pasaban desapercibidos; a la rapidez y difusión de estas noticias, desde cualquier rincón del mundo, a través de los modernos medios de comunicación; y, por último, a la mayor probabilidad con que se ven afectadas las cada vez más extensas infraestructuras humanas, fruto del crecimiento económico.
    Pero vamos al caso. Para buscar la causa de un hecho, es preciso estar seguros antes de que existe, o de que es cierto; y en este supuesto preguntamos: ¿Es positivo que los grandes accidentes meteorológicos, llámeseles ciclones, galernas, temporales o como se quiera, que producen rápidas variaciones en la temperatura, se verifican hoy con caracteres más excepcionales y hasta con más frecuencia que en ningún otro tiempo? Discurramos un poco sobre esta pregunta, no sea que preocupados con la malhadada idea del desquiciamiento de la humanidad, vayamos a generalizarla y de hecho la hayamos generalizado a las regiones celestes. Contestando fría e imparcialmente a esta pregunta (...) podemos asegurar, que lo que sucede hoy en los espacios atmosféricos ha sucedido siempre, y nada hay en ello de anómalo, singular y extraordinario, como se quiere suponer; y que la ley que rige y determina el movimiento de las masas gaseosas que nos envuelve es más estable y permanente, que la que rige y determina las instituciones que dependen de la voluntad del hombre. ¿Qué sucede hoy en la atmósfera que no haya sucedido siempre? Se contestará que en medio del verano suele experimentarse una temperatura relativamente fresca, y en los meses críticos del invierno han hecho días primaverales; que los ciclones producen hoy cataclismos y destrozos más considerables que otras veces; que las inundaciones son más frecuentes y terribles que nunca, las tormentas más asoladoras, el frío cada vez más intenso, el calor cada verano más insoportable (...); es decir, la máquina del mundo se ha trastornado y amenaza el día menos pensado [con] dar un estallido. ¡Tanto se ha exagerado sobre el particular! (...)
    ¿No habrá sucedido este mismo hecho y otros muchos análogos que se citan, antes de empezarse a talar los extensos bosques de la República Norteamericana, (...) antes de que una tan completa red de caminos de hierro envolviese el globo; antes de que se abusase tanto de la electricidad...? (...) Olvidamos muy pronto lo que ha pasado, y nos impresionamos sobradamente de lo actual.
    ¿Qué sucede, sin embargo, hoy, que justifique la creencia que impugnamos? Con el establecimiento y multiplicación de observatorios meteorológicos (...) se anotan y comentan accidentes que antes casi en su totalidad pasaban desapercibidos; con la rapidez y facilidad de las comunicaciones se conocen hoy al momento los que sucedían antes en apartadas regiones, como América, que por lo mismo eran ignorados, (...) cuando lo que verdaderamente ha aumentando ha sido el conocimiento de esos hechos, no los hechos mismos. (...) Hay más todavía: con el progreso material moderno, han aumentado las construcciones de cierta especie, (...) ha crecido también considerablemente la navegación, con lo cual son más frecuentes y perjudiciales los destrozos que por mar y tierra producen los temporales, y eso es todo.
  3. Por último, finaliza sugiriendo unas directrices de hacia dónde debe dirigirse la investigación climatológica. No a sobredimensionar la repercusión de la acción humana, que a pesar de su poder de transformación, sigue siendo hoy bastante insignificante dentro de la naturaleza; sino que se debe poner el énfasis en indagar en el complejo conocimiento de la circulación general de la atmósfera y de las influencias cósmicas que ejercen los astros en esta capa que nos envuelve.
    Así pues, si los accidentes atmosféricos, que por especiales circunstancias llaman hoy tanto la atención, se han verificado en todos los tiempos, no se busquen sus causas en hechos de hoy, como se pretende; y si esos mismos accidentes revisten un carácter general, no quieran explicarse por causas más o menos locales, que las empresas humanas, por muy grandes y portentosas que sean o nos parezcan, hay que deponer un poco la soberbia, no montan un cabello sobre los tejados de nuestros edificios. Búsquense en causas generales y de siempre, y diríjase a eso la atención de los sabios. Véase si puede influir y de qué manera esa lucha constante que debe existir entre (...) la atmósfera pesada y deprimida de las regiones glaciales y la ligera y dilatada de las ecuatoriales; inquiérase si estas circunstancias pueden ser causa de la formación de las líneas de depresión y de la intensidad y dirección de las corrientes atmosféricas, causa principal de todos los meteoros y consiguientes alteraciones, y qué parte aporta también en esto la influencia de [los astros], que no debe ser escasa; estúdiese, en fin, (...) que si no se resuelve por completo el problema, que consideramos desde luego muy oscuro y complicado, se dará sin embargo un gran paso en el desarrollo y progreso de la ciencia.
Pues bien, el artículo que les acabo de citar está escrito por A. J. Vila bajo el título de Las variaciones atmosféricas, y fue publicado el 10 de agosto de 1888 en El Diario de Murcia. Su intención era luchar contra la creencia, que rápidamente se difundió en la ciudad, de que el hombre estaba alterando el clima y era el causante de sus manifestaciones catastróficas.
El extraordinario valor que tiene este texto es que fue escrito en un contexto de fuerte resistencia a sus argumentos, en una sociedad conmocionada y muy receptiva a las especulaciones apocalípticas, como era la murciana de 1888. Apenas había transcurrido nueve años desde que unas virulentas lluvias torrenciales, y la ausencia de "obras de defensa" que pudieran amortiguarlas, provocaran la catastrófica inundación del 14 de octubre de 1879. En una sola noche murieron en torno a 120 personas y 3.500 familias quedaron gravemente afectadas por la destrucción, sin viviendas ni medios de vida, con la cabaña ganadera ahogada y los campos arrasados por la avalancha de lodos y gravas. Y a ello se sumo la trágica epidemia de cólera, que entre los meses de junio y agosto de 1885 afectó a 5.000 personas, de las que murieron 2.000.
Para rebatir la tesis de la culpabilidad del hombre en la alteración del clima, se fijó en un hecho nimio y banal, pero que los murcianos percibían como una de las muchas anomalías climáticas que se estaban produciendo, y era que ese verano las temperaturas estaban siendo excesivamente frescas. Con esa finalidad, cotejó dos datos del observatorio meteorológico, demostrando que el verano de 1867 había sido más fresco que el de 1888. Luego el fenómeno no era nuevo ni extraordinario. Y a partir de este hecho elabora los argumentos expuestos en su particular manifiesto contra el cambio climático, 120 años antes de la marea que nos domina y un documento-respuesta probablemente más auténtico que la famosa y falsa Carta del jefe indio Seattle.
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