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15/8/07

El mito de Kyoto, el timo de las renovables y el aprendiz de brujo que nos gobierna

Enormes minucias  
El mito de Kyoto, el timo de las renovables y el aprendiz de brujo que nos gobierna

En Hispanidad temíamos habernos pasado con nuestro juicio del lunes ( esta al final ) acerca de la postura antinuclear del Gobierno Zapatero, entregado a la causa del timo-mito ecologista.

Como siempre ocurre en Internet, el único espacio de diálogo -no talante- y debate que queda en este mundo, alguien nos respondió enseguida para decirnos que no nos habíamos pasado: nos habíamos quedado cortos. En plata, una de las más importantes eléctricas españolas nos llamó para comunicarnos que sus cálculos aún situaban más arriba, en cuanto a onerosas, poco seguras –para asegurar el suministro, se entiende- caras y, difícil, incluso contaminantes, las llamadas energías renovables. Y es que se trata de cálculos difíciles en los que todos los técnicos coinciden con un más/menos de error: el precio de los combustibles fósiles varía, y en el caso del carbón y el gas los derechos de emisión se dispararán en 2008-09.

En efecto, nos quedamos muy cortos. Según las conclusiones de esa eléctrica, la diferencia entre el coste de producción del kilowatio nuclear y el de las muy ecológicas energías renovables es aún mayor.

Dicho de otra forma, lo que pretende el aprendiz de brujo que habita Moncloa, guiado por su mito ecológico, es cerrar, o dejar morir, nada menos que un parque nuclear totalmente amortizado, capaz de producir electricidad a un precio de entre 8 y 12 euros MGh. Según esos mismos cálculos, el carbón produce electricidad a 25 euros MGh, mientras el gas nos llevaría hasta los 40 euros, más otros 15, si contabilizamos, y hay que hacerlo, la amortización de la inversión. Total: 55 euros. Eso sí, el carbón se pondrá más caro en 2008 y 2009, pero no por razones económicas sino por una decisión política: el coste de los derechos de emisión de nuestro amado Kyoto.

Y demos el salto a la maravilla ecológica, el mito convertido en timo: el MGh de energía eólica, los molinillos de marras, nos salen po/r 65-70 euros MGh, a lo que habría que añadir otros 15 de amortización, pues se trata de inversiones caras , TOTAL 80/85 .

¿Y qué me dicen de la energía fotovoltaica, la favorita de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, la que ha convencido a ZP de que ser verde, incluso tontiverde, tiene premio electoral? P ues el sol tiene el combustible gratis pero las instalaciones son tan caras que salen por más de 200 euros el MGh. ¿Dónde está el timo del mito ecológico? Pues en el Decreto de Energías Renovables. Es decir, en los 3.000 millones de euros que el presupuesto dedicó en 2006, salidos de nuestros bolsillos, para que una serie de empresas pudieran blasonar de responsabilidad social corporativa al tiempo que el ciudadano paga más de lo que debería pagar por el servicio básico de la luz y sin asegurar el suministro.

Un detalle, las renovables precisan térmicas de complemento para asegurar el suministro, o sea, que sí que contaminan. Y ya de paso, el ciclo combinado también emite CO2, aproximadamente un tercio que las técnicas de carbón. Por decirlo de otro modo: aunque toda la energía que se produce en España se tornara ciclo combinado… tampoco cumpliríamos los compromisos de Kioto. Sin embargo, sí lo cumpliríamos, claro, si la producción fuera de energía nuclear y, como ocurre en otros países europeos, si las renovables fueran un complemento de la producción nuclear y térmica, y no la columna vertebral del suministro, como pretende nuestro aprendiz de brujo monclovita.

La lógica impone la energía nuclear en espera de la fusión nuclear, del agua, que será la fuente de energía del futuro. Además, la nuclear es la energía de los pobres y la energía de todos, e incluso se ha avanzado mucho en el tratamiento de los residuos. Es, en suma, lo que impone la lógica, sólo que la propaganda se impone a la lógica… en nombre del cambio climático. En resumen: un mito y un timo. Lo que exige la lucha contra el cambio climático es… la energía nuclear.
A corto plazo, con una red casi colapsada y con una alta dependencia energética del exterior, cerrar una energía de fiabilidad probada no se le ocurre ni al que asó la manteca. Bueno, sí, se le ocurre a ZP, el del mito-timo ecologista.

Y, personalmente, no sé qué es peor: si la desastrosa política energética del gobierno o la credulidad de un electorado que acepta pagar con sus impuestos y sus facturas de la luz la campaña electoral mito-ecológica de los políticos y las onerosas subvenciones a un puñado de empresarios espabilados.


Eulogio López


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Confidencial
El timo-mito ecológico. Zapatero a sus ministros: "Yo soy el más antinuclear de los aquí presentes"
Y añadió: "El objetivo de este Gobierno es desmantelar el parque nuclear". La ministra Narbona es el principal adalid de las carísimas energías renovables y la mayor enemiga de la energía nuclear. Dárnoslas de verdes, nos costó a los españoles 3.000 millones de euros en 2006, pero este año será más. Gracias a las renovables, España cuenta con uno de los kilowatios más caros de Europa. Aluminio o acerías, tentadas de emigrar: en otros países les aseguran un precio estable. El PP también es un converso a la fe única de Kyoto. La energía en España es cara y el suministro no se ha asegurado, pero, gracias a ello, pagamos más impuestos para mantener una ecología verde no competitiva
Durante toda la legislatura, el Gobierno Zapatero ha vendido electricidad verde, ecología ante todo, especialmente ciclo combinado y eólica, convertida en un verdadero icono de la modernidad socialista en materia energética. El paisaje en la España de ZP son aerogeneradores blancos pegados a las carreteras. El gran objetivo gubernamental era Kyoto, y los malvados, aquellos países que no se esforzaban por cumplir con Kyoto. A las eléctricas no les importaba en absoluto. Incluso las compañías, especialmente Iberdrola, comenzaron a hablar de energía verde, y toda su imagen corporativa se enraizó en el respeto al medio ambiente y en la prioridad absoluta del Protocolo de Kyoto. Era lógico, iban a producir energía más cara pero la diferencia se la iba a pagar el estado, es decir, el ciudadano.
No obstante, ante las presiones de la industria nuclear, y ante el próximo vencimiento del ciclo de vida de muchas centrales nucleares, el Gobierno decidió abrir un "debate" público sobre la energía nuclear. Como todos los técnicos aconsejaban la ampliación del parque nuclear, o al menos el fortalecimiento del ya existente, todo el mundo pensó que se trataba de una excusa para mantener el parque nuclear. Por su parte, las eléctricas, así como la constructora Acciona, que tras Iberdrola es el líder en la energía nuclear, estaban felices: viento y sol, constituían el futuro. José Manuel Entrecanales e Ignacio Galán no dejaban de enseñar las cifras que demostraban un aumento imparable de las energías renovables.
Pero lo de la nuclear se iba a hinchar aún más. Hace seis meses, la vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, convertida al socialismo verde, anunciaba que, aún pendientes del famoso debate nunca iniciado, el objetivo del Gobierno era la sustitución de la energía nuclear. Un detalle, por el momento la central nuclear de Santa María de Garoña, que vence en 2009, no tiene permiso para alargar su plazo de vida de los 40 a los 60 años, cuando la empresa consideraba que el permiso era cuestión de tiempo.
¿Qué había ocurrido? Pues que la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ha convertido a ZP en un entusiasta de la energía eólica y solar. Es más, las declaraciones de De la Vega se produjeron inmediatamente después de un Consejo de ministros en el que el titular hizo una profesión de fe verde y ecológica, y sorprendió a los ministros más sensatos del ejecutivo con la siguiente declaración. "Yo soy el más antinuclear de todos los aquí presentes". Y tras semejante anatema contra la fisión del átomo, concluyó que "el objetivo de este Gobierno es desmantelar el parque nuclear ".
¿Cómo repercute esto en el bolsillo de los ciudadanos? Pus muy sencillo. Como ya hemos informado, el coste medio de 2006 del kilovatio/hora producido, prescindiendo, que es lo que nunca se hace, de las subvenciones públicas, es de 15 céntimos de euro por kWh para la nuclear y el carbón, de 28 para el kWh producido por gas y de entre el 40 y el 60 céntimos el producido por viento, sol o biomasa. No olvidemos, además, que las centrales nucleares, así como la mayoría de las térmicas de carbón, ya están amortizadas.
Dicho de otra forma, si no fuera por los impuestos que pagamos los españoles, la energía eólica y la solar serían una ruina. Sin embargo, ha enriquecido a muchas empresas.
Por el contrario, los países punteros de Europa utilizan la energía nuclear y el carbón –y el gas. No lo olvidemos- como el eje de su suministro energético, mientras las renovables son el complemento para regular una producción que no es almacenable. En 2006, los españoles pagaron más de 3.000 millones de euros en déficit de tarifa, que fueron a parar a las compañías eléctricas. Este año, la cifra podría aumentar. Y por señalar con el dedo: la que más subvenciones recibe es la energía solar –la favorita de Narbona y ZP-, seguida de la biomasa y la de los molinillos.
Es más, el aumento del coste del kilowatio producido en España se ha disparado en 2006. La lista, según el informe de Juan Avilés Trigueros, autor de "La energía en la España del siglo XXI: 2000-2025 ", viene encabezada por Italia, pero en un solo año, España ha pasado, gracias a nuestro amor por Kyoto y las renovables, del decimoquinto puesto al quinto. Ni que decir tiene que en Europa nadie se plantea desmantelar el parque nuclear. Como mucho, reducir la producción porcentual de dicho parque respecto al total.  
El mito verde es muy bonito, pero lo cierto es que, si dejamos a un lado la propaganda, lo que la gente quiere, especialmente tras episodios como el reciente apagón de Barcelona, es suministro asegurado y barato. Si, además, es limpia, mejor que mejor. Y no olvidemos que, para el efecto invernadero, la energía más limpia de todas es la energía nuclear. Y no olvidemos, tampoco, que la energía del futuro no son las renovables sino el hidrógeno, en concreto la fusión nuclear.
Más problemas. Industrias básicas como acerías o las del aluminio, amenazan con marcharse de España. Son consumidores intensivos de electricidad y, para evitar su deslocalización, otros países, como Francia, les aseguran electricidad a precio estable durante largos periodos, por ejemplo de 20 años. Naturalmente, eso sólo lo permite la energía nuclear.  
Y ojo, porque el timo, ecológico, no sólo afecta a nuestros bolsillos, sino que está provocando una verdadera burbuja bursátil, como se puede ver en la información sobre Iberdrola Renovables , que amenaza con convertirse en una de las 10 grandes de la Bolsa española por capitalización. Está claro por qué las eléctricas no protestan por la política suicida del Gobierno. La cuenta de resultados está asegurada gracias a los impuestos extra que pagan los ciudadanos. Los impuestos verdes están de moda, y en nombre del medio ambiente y la ecología se produce el verdadero timo ecológico. En este sentido, el diario Expansión publicaba el disparado peso de los "impuestos verdes" en Cataluña, Andalucía y Madrid. Sí, Madrid, que el partido Popular no es ajeno a esta obsesión verde. Además, no olvidamos que José María Aznar mantuvo la moratoria nuclear prescrita por el Gobierno socialista de Felipe González.
Respecto al gas, el problema es otro. En efecto, las centrales de ciclo combinado no plantean tantos problemas, ni tan elevado coste, como las renovables. El reto del gas es no convertir al mundo en rehén de unos países productores aún más extorsionadores que los de la OPEP. Recuerden que entre Rusia e Irán controlan las dos terceras partes de la producción mundial de gas. De hecho, el presidente Putin utiliza el gas como un verdadero chantaje político a Occidente, en especial a la Europa democrática. No olvidemos que está naciendo la OPEP del gas, y que el acercamiento entre Moscú e Irán es un hecho.
La ecología verde es un mito y es un timo, pero no se nota mucho porque lo pagamos a escote y, porque, después de todo, el color verde es el color de moda.